Pionera justicia centroamericana

La Corte de Justicia Centroamericana fue la institución que marcó la ruta para otras que la emularon y continúan aportando a la justicia y la paz en el planeta

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El Programa Memoria del Mundo (MoW: Memory of the World), creado en 1992 por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), registra documentos, objetos e incluso sitios extraordinarios generados por la humanidad en momentos estelares de su devenir histórico.

Las inscripciones en el selecto listado no son sencillas: deben superar etapas de rigurosas evaluaciones hasta salvar tres escalafones. El primero es nacional, el segundo es regional y el máximo nivel es el universal.

Desde el 2017, Costa Rica figura en este último con dos declaratorias excepcionales por enunciar y probar que la voluntad pacifista y la aplicación de justicia han sido pilares de la trayectoria civilista del país: uno se refiere a la abolición del ejército; el otro, mucho menos conocido, es el fondo documental de la Corte de Justicia Centroamericana, la madre universal de todas las de su tipo.

En pro del consenso

El 20 de diciembre de 1907, los países de Centroamérica firmaron en Washington un Tratado de Paz y Amistad, cuyas convenciones contemplaban la creación de una Corte de Justicia para el arbitraje de los conflictos políticos y sociales que surgieran entre Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica.

Se estableció que la sede radicaría en Costa Rica, y temporalmente se ubicó en Cartago, en una residencia alquilada mientras se construía un edificio digno para la institución, al cual se le designaría como Palacio de la Paz o Corte de Cartago.

Desafortunadamente, el terremoto de 1910 asoló la ciudad y dañó irremediablemente el albergue donde se encontraban los documentos, que quedaron sepultados bajo los escombros.

El caudal patrimonial incluía nutridos conjuntos de correspondencia, telegramas y cablegramas, expedientes judiciales y de magistrados, informes de labores, memoranda, comprobantes de contabilidad y de materiales, constancias, discursos y contratos, e inclusive recortes de periódicos y dictámenes médicos.

Todo fue cuidadosamente rescatado; no obstante, dado el calamitoso estado de la antigua capital colonial, la Corte se trasladó a San José. Nuevamente, hubo de ubicarse en una residencia alquilada, por lo que resurgió la necesidad de construir un edificio propio.

La tarea se asumió. Los trabajos se llevaron a cabo diagonal a la esquina noroeste de la Fábrica Nacional de Licores. El recinto fue inaugurado en 1917. Hoy ahí se asienta parte del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto, y lo conocemos como la Casa Amarilla.

La Corte no disfrutó del inmueble por mucho tiempo. Fue disuelta al año siguiente. Había completado una década afincada en Costa Rica (de 1908 a 1918). El acervo generado durante aquel decenio estuvo bajo su tutela hasta el 25 de mayo de 1918; después, según lo estipulado por las disposiciones finales de la Corte, fue resguardado por el gobierno costarricense.

Actualmente se conserva en el Archivo Nacional de Costa Rica (ANCR), en sus formatos físicos originales y más recientemente también en digitales.

Sorprendente importancia

La relevancia de la Corte puede aquilatarse en dos vías: en primer lugar, es una colección testimonial emanada de un tribunal de justicia internacional permanente, el cual arbitró conflictos públicos y privados procurando la paz mediante una política diplomática intrarregional, abarcadora del área centroamericana.

En segundo lugar, y para sorpresa de propios y extraños, por su condición precursora. Para el mundo aún resulta increíble que aquel tribunal establecido como una práctica internacional antecediera de manera fundacional a todos los similares intentos pergeñados en diversas geografías.

De hecho, las discusiones que se suscitaban entonces en las Conferencias de Paz en La Haya aún no concretaban algo parecido a lo que ya había germinado en el istmo centroamericano. Eso fue determinante para que el haber archivístico de la Corte de Justicia Centroamericana, junto con los referenciales a la abolición del ejército, en principio alcanzaran los registros Nacional y Regional del programa MoW de la Unesco, sumándose a otros reconocidos baluartes documentales de Costa Rica.

Reconocimiento mundial

En el año 2015, el ANCR y nuestra embajada de Costa Rica ante la Unesco en conjunto se encaminaron hacia la consecución de la tercera declaratoria: la mundial. En ella, hasta aquel momento, Costa Rica no contaba con ningún ítem registrado.

El proceso contempló también ascender el escalafón con la documentación referida a la abolición del ejército. Duró dos años, acompañado por varias instituciones costarricenses.

En otras ocasiones he comentado algunas complejidades que entrañó conseguir la declaratoria del MoW para la abolición del ejército en Costa Rica. Igualmente, hubo que hacer cabildeo para la aceptación del acervo de la Corte de Justicia Centroamericana, pero felizmente ocurrió que, luego de la sorpresa inicial de quienes se enteraban de que en Costa Rica estuvo establecida la primera corte de su estilo en el mundo, los apoyos se sumaron sin objeción.

La candidatura fue aceptada sin cuestionamientos y, cumplidos el tiempo y los trámites pertinentes, fue indizada en el Registro Mundial.

El estatus de reconocimiento universal adquirido por los documentos de la Corte de Justicia Centroamericana custodiados por el ANCR proclamaba urbi et orbi la singularidad de aquella iniciativa decidida, bienintencionada y eficaz, basamento de otras importantísimas que luego se establecieron para dirimir desavenencias en el concierto de las naciones.

La exitosa candidatura campeó entre otras que recordaban triunfos bélicos u obras que, aunque relevantes para la humanidad, habían surgido del disenso. El acuerdo de aceptación remarcaba el carácter único, auténtico e íntegro del fondo documental, subrayando su gran impacto para la vida diplomática y para el saludable transcurrir de las relaciones internacionales a escala regional y global.

Con la inclusión en el Registro Mundial del MoW se recordaba que en aquella instancia que tuvo su cuartel general en Costa Rica a principios del siglo XX había operado una experiencia pionera y fundacional, cuyas gestiones procuraron la armonía y la paz entre los cinco Estados miembros.

Animada por resolver de forma consensuada los referendos y las discusiones entre países, fue la institución que marcó la ruta para otras que la emularon y continúan aportando a la justicia y la paz en el planeta.

jorgearroyo2000@yahoo.es

El autor es escritor.