Perspectivas: Para ser felices

Hasta el costarricense más audaz tiembla cuando propone ventas de activos.

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Al mejor mono se le cae el zapote. Si todos los países enfrentaron la pandemia con restricción de actividades, Suecia tomó otro camino.

Decidió no intervenir de forma coercitiva. Con pasmoso laisser-faire sanitario, delegó en la responsabilidad civil la conducta preventiva del contagio.

Es increíble ese camino liberal en esa clásica socialdemocracia estatista. Mal momento para renegar de las responsabilidades de Estado.

Corea está en las antípodas. Fue paradigma sanitario desde el inicio. Los países que han tomado medidas precautorias la consideran un modelo, aunque nunca como Corea: test masivos, sistemas de autocontrol y tratamiento, trazabilidad computarizada de nexo epidemiológico, rastreo y detección de cercanía de contagios por GPS, uso obligatorio de mascarillas y más.

Los otros países escandinavos siguieron la vía coreana y ya ven resultados: tienen, entre todos, cinco veces menos muertos que Suecia. Por eso, toda Europa cerró fronteras a su hermano vikingo.

En la primera hora, con empresarios y academia, Corea construyó una estrategia holística de cuatro aristas: sanitaria, social, económica y fiscal.

En lo sanitario y social, Costa Rica sigue un modelo coreano parcial. Pero hasta ahí. En lo económico y fiscal, la pandemia nos encontró mal parados, pero, la verdad, en eso hace rato que no pegamos ni una.

Corea tiene sentido de urgencia en su ADN. Nada lo deja para después. Sus políticas son integrales y siempre se prepara para trances adversos. Aquí reina la improvisación. Un ejemplo de escándalo: interrumpimos lecciones presenciales y sabíamos la necesidad de capacitar docentes en protocolos sanitarios.

Se dio fecha de retorno a clases y ¡ahí descubrimos que no lo habíamos previsto! Y nos recetan otra posposición de fecha. Así es Macondo.

Ahora patinamos en una recuperación económica imposible, con un fisco en muletas. Si aprendiéramos el sentido coreano de urgencia, mucho sería.

Nos falta también sentido de oportunidad: hacer cambios cuando se necesitan. ¿Necesitamos bancos y seguros estatales mientras nuestras empresas desfallecen y el desempleo ruge?

Hasta el más audaz tiembla cuando propone ventas de activos. Por eso, para ser felices, ahí está Nicaragua. Corea es de otra liga.

vgovaere@gmail.com

La autora es catedrática de la UNED.