Perspectivas: Contra las cuerdas

Votamos por un candidato que sabíamos débil y sin norte, pero el trance de hoy es aún más peligroso

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

En este tumulto de angustias, necesitaríamos que don Carlos tuviera fuerza. No la tiene, y su fragilidad decisoria es una debilidad colectiva. Hagamos memoria. En otro tiempo, amenazaba la elección de un Ejecutivo confesional de conjuros esotéricos. No teníamos otra opción que votar por la única alternativa que la democracia nos ofrecía. Yo pedí un voto defensivo por don Carlos, como disyuntiva frente a los “ramasheka-talamasoas”.

Votamos por un candidato que sabíamos débil y sin norte. De la noche a la mañana, no iba a encontrar rumbo ni desarrollar carácter. No, sin nosotros. El trance de hoy es aún más peligroso. No podemos desentendernos.

La asfixia fiscal nos estremece. La pandemia avanza implacable y el gobierno, acosado por todos los flancos, ni siquiera logra coherencia interna. Si otrora unos camioneros destituyeron a un ministro de Educación, ¿qué se podía esperar que hiciera frente al poderoso cartel arrocero? No solo cedió, sino que le dio más prebendas, a costa del erario. Mejor no hubiera intentado nada. Él fue por lana y nos dejó trasquilados.

Ahora se precipita la hora de los hornos. Con un gobierno así, Costa Rica negociará con el FMI condiciones en extremo dolorosas. Entre su flojera y nuestro desconcierto, se juega la historia. Porque también nosotros andamos perdidos. En vez de participación, se convocan manifestaciones insulsas y agresivas. Se buscan coaliciones de descontentos que no llevan a ninguna parte. La Asamblea Legislativa ralentiza un crédito perentorio para llenarse la boca de censuras por la desconexión cerebro-bucal del ministro de la Presidencia.

Ya le dimos un voto defensivo. Ahora nos tocaría darle un reforzamiento defensivo. Pero no se deja. Ofrece, en vez de diálogo, cajitas de sugerencias. Sería hora, más bien, de una reflexión sin exclusiones, buscando conciliar intereses particulares dentro de un interés superior común. Irlanda lo hizo, pese a las oposiciones. Pero nunca dio por sentada en el otro la incapacidad de concesiones. ¿Tenemos, acaso, intereses propios tan ciegos que dejemos hundir el barco? El tiempo apremia. El gobierno debe dejarse ayudar a construir una propuesta nacional. Costa Rica está contra las cuerdas. Dixi et salvavi animam meam.

vgovaere@gmail.com

La autora es catedrática de la UNED.