Pérdida de tiempo

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La campaña sigue... no hubo ni descanso de medio tiempo porque continuamos en campaña dos meses más. ¡Qué pérdida de tiempo! Ese plazo fijado por los artículos 138 de la Constitución Política y 209 del Código Electoral es para los tiempos de upa.

Chile, por ejemplo, fue a primera ronda el 17 de noviembre y el 15 de diciembre tenía confirmada a Michelle Bachelet. El Salvador fue a la primera el domingo, igual que nosotros, y va a segunda el 9 de marzo. Y listo.

Ese plazo es más civilizado. Más racional, porque la incertidumbre dura poco. Incluso, un mes es lo idóneo para los fines de la segunda ronda: darle mayor legitimidad al próximo mandatario. Esa legitimación se da, teóricamente, al facultar a todos los electores para decidir, entre dos, al gobernante. En esas condiciones, se supone que el elegido tendrá al menos la mitad del apoyo ciudadano.

Obviamente, hay más razones, válidas, para que en la Constitución Política se incluyera ese sistema. Entre ellas, está el plazo para fomentar el amarre de alianzas que conduzcan a un gobierno de mayor consenso. Sin embargo, 60 días es exagerado y los más afectados somos, al final, los ciudadanos.

Lo primero es que el país se paraliza en esos dos meses adicionales, a la espera de definiciones, como ocurre ahora. Ya varios sectores productivos han indicado que suspenden inversiones y contrataciones hasta conocer quién gobernará.

Lo segundo, un proceso tan largo nos cuesta más. Solo para estos 60 días, el Tribunal de Elecciones presupuestó ¢2.300 millones, que podrían ser mucho menos si durara la mitad.

Lo tercero, la transición entre el gobierno actual y próximo apenas será de un mes. Muy poco para dejar cuentas claras entre uno y otro. Laura Chinchilla lo dijo bien: “Cuando hay segundas vueltas, hay decisiones que se postergan y coordinaciones que se postergan, y es tiempo valioso que no se aprovecha”, sobre todo en un país donde cuatro años se hacen poco para cimentar un gobierno.

Definitivamente, los dos meses para segunda ronda fueron planteados en una era donde reinaba el bipartidismo. Con la irrupción de nuevas fuerzas políticas, en el 2002, casi, casi, casi en el 2006 y ahora, en el 2014, nos vemos en segunda vuelta.

Dos meses de incertidumbre y gasto en la vida de un país es irracional. Es momento de que el tema de acortar este período se ponga también en la mesa.