Página quince: Tecnología en la línea de avanzada para niñas y mujeres

En países como la India, Malaui y Tanzania, las muchachas deben pedir prestado un celular o compartir la tarjeta SIM para acceder a Internet.

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NAIROBI– Unos 1.400 millones de niñas y mujeres viven en países deficitarios en cuanto a equidad de género, en áreas como la educación, un trabajo decente, la sanidad o la violencia. Sin embargo, se corre el peligro de pasar por alto una de las maneras más eficaces de empoderarlas: un acceso seguro y fiable a teléfonos móviles e Internet.

Hoy, la GSMA, la entidad global de comercio para operadores móviles, calcula que más de 5.000 millones de personas poseen aparatos móviles, de los cuales la mitad son smartphones o teléfonos inteligentes. Pero la velocidad de la difusión de la tecnología móvil ha sido desigual. Si bien la cantidad de mujeres de países de ingresos bajos y medios que son dueñas de un teléfono móvil ha aumentado en cerca de 250 millones en los últimos cinco años, sigue habiendo 184 millones menos de mujeres que de hombres propietarios, y las mujeres tienen un 26 % menos de probabilidades de usar Internet móvil.

De manera similar, aunque las personas jóvenes poseen teléfonos móviles en una proporción más alta que las de mayor edad, persiste el desequilibrio de género. Según un estudio del 2018 de Girl Effect (del cual soy directora ejecutiva), los muchachos tienen 1,5 más probabilidades de poseer un teléfono que las muchachas. Incluso entre quienes poseen teléfonos, es más probable que sea un varón el dueño de un smartphone que una niña o mujer joven.

Pero poseer un teléfono no es lo mismo que acceder a las llamadas, y nuestras investigaciones han revelado que las jovencitas a menudo encuentran maneras ingeniosas para utilizar dispositivos móviles. Más de la mitad de las que entrevistamos en lugares como la India, Malaui y Tanzania piden prestados con regularidad teléfonos móviles a sus padres, hermanos o amigos. Algunas también encuentran maneras inventivas de acceder compartiendo aparatos y tarjetas SIM.

Son buenas noticias si se consideran los enormes beneficios del acceso a Internet. Por ejemplo, una niña de 14 años en el Bangladés rural, sin haber sido jamás educada acerca de la pubertad se sentiría tan avergonzada de los cambios por los que esté pasando que deje de ir a la escuela. Pero, durante las dos horas semanales de uso del teléfono de su hermano, aprenderá sobre la menstruación y el embarazo, y le será posible ponerse en contacto con un centro local para concertar una visita y atención cara a cara. En otras palabras: el acceso al móvil le da la confianza y los conocimientos que necesita para proteger su salud y su futuro.

El acceso a los teléfonos móviles no es un fin en sí mismo. Más bien es una manera de nivelar el terreno no solo mediante el conocimiento, sino también mediante la conexión: los móviles son conductos claves para la demanda de servicios cruciales, como los financieros y la orientación sanitaria. En consecuencia, asegurar un acceso amplio e igualitario es una manera potente y fácilmente ampliable para ayudar a que cada uno tome decisiones informadas sobre sus propias vidas, en áreas como la salud, la educación y el empleo.

Hacer que las niñas y las mujeres se conecten en línea (sea en sus propios dispositivos o en otros prestados o compartidos) es apenas el primer paso. Además, debemos asegurarnos de que tengan un nivel técnico básico para aprovechar plenamente los dispositivos que usen. Los estudios de Girl Effect muestran que, en general, los muchachos usan muchas más funciones y aplicaciones de sus teléfonos que las muchachas.

Más aún, tenemos que considerar qué encuentran las jóvenes una vez en línea. ¿Es precisa la información? ¿Están en riesgo de ser explotadas? Pasar por alto estas preguntas se vuelve una oportunidad perdida… y peligrosa.

Por supuesto, para que tales plataformas marquen una diferencia, deben ser atractivas para los usuarios. Cuando las niñas y jóvenes navegan por Internet, puede que no busquen aprender per se, sino más bien entretenerse. Tenemos que hallarlas en donde están, ofrecerles experiencias atractivas y amigables. Esto último es esencial para quienes carecen de habilidades digitales. Por ello, en el proceso de diseño deberían participar las niñas y las muchachas.

Algunas están beneficiándose de estas plataformas en Etiopía, Ruanda y Malaui, y Girl Effect está lanzando iniciativas similares en la India y Tanzania. En todos estos entornos, los enfoques se adaptan a las necesidades y perspectivas locales, evaluando constantemente para dar cuenta de los cambios en el acceso y el uso.

No faltan estudios que demuestren la amplitud y el gran alcance de los beneficios de la igualdad de género. Por ejemplo, elevar la participación femenina en la fuerza de trabajo en la India añadirá $56.000 millones a la economía del país, haciendo a los trabajadores un 27 % más ricos. A su vez, reduciría las tasas de fertilidad y permitiría una mayor inversión en capital humano, impulsando un crecimiento y desarrollo rápidos y sostenidos.

Para asegurar estos logros, los gobiernos y sus socios deben invertir en iniciativas basadas en tecnologías que den respuesta a las necesidades y preferencias de las niñas y las mujeres. La creación de plataformas en línea seguras, atractivas e informativas es un buen punto de partida.

Jessica Posner Odede: directora ejecutiva de Girl Effect.

© Project Syndicate 1995–2019