Página quince: Rocío

La renuncia de la ministra de Hacienda, Rocío Aguilar, es coherente con sus principios.

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La llegada de Rocío Aguilar al gobierno fue un despertar a la realidad y un florecer del desierto dejado por la administración Solís Rivera, cuya herencia incluye un faltante de ¢600.000 millones en el presupuesto del 2018, al cual la ministra debió hacer frente.

La renuncia de Rocío Aguilar es coherente con sus principios. Rocío defendió por encima de todo el que sería el mejor legado de la administración Alvarado. Ahora queda la duda de si el gobierno seguirá la senda trazada por ella.

Rocío Aguilar fue el único funcionario verdaderamente comprometido con los más pobres, aunque estos últimos no lo entiendan porque les han vendido el discurso contrario.

¿Qué le debe Costa Rica a Rocío Aguilar? Disciplina fiscal, límite del gasto, corregir el riesgo tan alto de refinanciamiento en el mercado interno sin presionar las tasas.

La amnistía tributaria significó un ingreso de ¢224.330 millones a Hacienda con una menor presión sobre las tasas de interés y la recuperación del 91 % de la deuda.

Gracias a la entrada en vigor del impuesto sobre el valor agregado (IVA), la recaudación de los meses de julio aumentó de ¢53.548 millones a ¢76.676 millones en el mismo periodo este año.

Se aprobaron reglamentos, toda clase de normativa, se ajustaron los sistemas informáticos para nominalizar las anualidades (incluido, a regañadientes, el de la Caja Costarricense de Seguro Social), fueron aprobados los eurobonos, se consiguieron préstamos de la Corporación Andina de Fomento (CAF) y del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), y Costa Rica dispone ya de una regla fiscal.

El presupuesto del 2020 no creció, cumple a cabalidad con la regla fiscal, es un presupuesto que en términos de empleados se incrementó muy poco y las remuneraciones prácticamente no crecieron.

Con la entereza de Rocío Aguilar, fue aprobada una reforma esperada durante 20 años. Pero queda la impresión de que el Ministerio de Hacienda es otro mundo y el déficit a nadie golpea. Basta con ver el proceder de la CCSS, el Poder Judicial y las universidades. Agreguemos ahora el del presidente de la República, cuyo discurso es puro blablablá.

Efectivamente, Hacienda efectuó pagos sin contenido porque el presupuesto del 2018 se hizo mal. No se advirtió que se había dejado de presupuestar ¢600.000 millones porque se esperaba que hubiera canjes de deuda.

Ella se vio ante un dilema: no pagar los bonos que vencían, con lo cual arriesgaba irremediablemente el prestigio financiero del país, o cumplir una norma interna que le impedía pagar sin contenido presupuestario.

Entre dañar el prestigio del país y el suyo propio, escogió lo segundo. Todos vieron el hueco y se pidió sancionar a Rocío Aguilar porque no lo tapó. Porque hizo lo correcto. Carlos Alvarado cometió el peor error de su administración al dejarla ir.

gmora@nacion.com

Guiselly Mora es editora de Opinión de La Nación.

Este artículo fue actualizado a las 7:52 p.m. con la información sobre la renuncia de la ministra de Hacienda.