Página quince: Reflexión sobre el mundo editorial

Existe un amplio espacio para la producción de libros tanto impresos como en formato digital.

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Desde los años 90 del siglo pasado, he seguido la evolución de la industria editorial en Iberoamérica y llegué a la conclusión de que las casas editoras, y en general los agentes, necesitan un rediseño organizacional y financiero para mejorar sus vínculos con los autores, diversificar la oferta, crear un sistema de información gerencial sobre la base de indicadores de gestión administrativa e indicadores de mercado, estimular la exportación y crear una matriz de áreas críticas cuyas variables permitan determinar el momento objetivo en que se encuentra el agente editor.

Autores y consumidores de productos editoriales deben transformarse en los factores principales que articulan las dinámicas de estas empresas, sean editoriales comerciales, universitarias, públicas, privadas, autores-editores o unidades de autogestión.

Los agentes editores no son fines en sí mismos, prisioneros de intereses creados, ellos existen como instrumentos al servicio de la educación, la cultura y el conocimiento, y deben situar a los autores y a los consumidores en el centro de su interés.

Datos e interpretaciones. Ofrezco algunos datos que reflejan la situación actual de la industria en Latinoamérica y sus implicaciones en Costa Rica:

En unos pocos países latinoamericanos, Costa Rica incluida, existe una significativa capacidad instalada para la producción editorial, así como curvas de experiencia laboral en el ámbito de la edición que faciliten la globalización o regionalización de los agentes editores.

En este sentido, conviene tener en cuenta que la industria editorial de Brasil, México, Colombia y Argentina cubre el 83 % del registro total de títulos publicados. En la última década, se observa una creciente producción en Chile, Ecuador y Perú.

La circunstancia apuntada implica la necesidad de que en nuestro país, tanto autores como editoriales, ejecuten estrategias de globalización realistas, pero audaces e innovadoras; en Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua, Panamá y República Dominicana, el número de títulos por cada 10.000 habitantes es mucho menor al de Costa Rica, donde ese indicador es casi de cuatro libros, lo cual indica la existencia de un espacio regional de crecimiento para la industria editorial costarricense, con claras oportunidades de expansión de la oferta a través de productos diversificados, tales como textos e ilustraciones para infantes, cómics, audiolibros, podcast, literatura, videos, documentales, libros de colección, textos ilustrados sobre ciencia y tecnología.

La concentración de la oferta editorial latinoamericana en cuatro países aconseja una estrategia que incluya alianzas en esos mercados, pero también esfuerzos para proyectarse en sociedades con menor desarrollo relativo al existente en Costa Rica. Es también necesario expandir la presencia editorial en todas las clases sociales y segmentos poblacionales.

Autor y editor. En Latinoamérica, las editoriales comerciales registraron el 62,59 % de los títulos en el 2017, seguidas por las entidades privadas no editoriales (14,81 %), las universitarias (13,24 %) y las públicas (5,57 %). En la región es relevante la producción editorial vinculada al autor-editor.

Este sector experimenta una expansión constante desde el 2013 cuando el número de libros autopublicados alcanzó la cifra de 18.363 y llegó en el 2017 a 23.474 para una participación del 12 % en el total de títulos editados en la región. El número de autores-editores es de 12.381 y experimenta una tendencia al alza debido a las ventajas de ser autor y editor, tales como impresión contra demanda, bajos costos de producción, gestión directa del proceso editorial, combinación de ediciones físicas y digitales, utilización de redes electrónicas, proyección en distintas audiencias, tanto nacionales como internacionales, y disminución de los tiempos de edición e impresión.

En Costa Rica, donde trabajan alrededor de 100 autores-editores, la producción de títulos debida a ellos equivale a casi el 8 % del total de títulos (7,68 % en el 2017). Es muy posible que algunos de ellos alcancen notoriedad internacional por la calidad de sus trabajos, al margen de las estructuras tradicionales, lo cual supondría contribuir a superar la actual cultura editorial construida alrededor de figuras literarias o ensayísticas de renombre, pero no más de lo que es factible encontrar si se amplía el abanico de opciones. El narcisismo que algunos agentes editores estimulan es una visión primitiva del trabajo editorial.

Plataformas electrónicas. En cuanto a las publicaciones digitales, es significativo que 44.789 de los 172.153 títulos registrados en la región durante el 2017 sean en ese formato, lo cual significó un 26 % del total de títulos. Costa Rica es uno de los países donde más se producen de esta manera, lo cual implica la necesidad de diseñar estrategias de posicionamiento, comercialización e impacto cultural y educativo sobre la base de plataformas electrónicas e instrumentos tecnológicos de comunicación apropiados. El uso de plataformas electrónicas permite alcanzar proyecciones globales en cuestión de minutos.

El 55,77 % de la producción editorial en Latinoamérica corresponde a disciplinas sociales, literatura y retórica, mientras que las materias de ciencias naturales, matemática y tecnología alcanzan, en conjunto, apenas el 13,68 %. Otras categorías como filosofía, psicología, religión, lenguas, artes, geografía e historia llegan al 22,14 %.

Conviene que los agentes editores costarricenses orienten una parte de sus acciones a establecer cooperaciones, competencias y alianzas con las industrias editoriales de Estados Unidos, China, el Reino Unido y Corea del Sur.

Esos países concentran más del 90 % de las importaciones de libros impresos en Latinoamérica. España genera el 65 % de las exportaciones de títulos producidos en Iberoamérica, Portugal el 3 % y América Latina el 32 %. En Latinoamérica, la principal fuerza exportadora es México (19 %), seguida muy lejos por Colombia, Argentina, Brasil, Perú y Ecuador. Para Costa Rica, una estrategia adecuada sería establecer alianzas con agentes editores de España, México, EE. UU., Corea, China y el Reino Unido, al tiempo que se ejecuta la proyección en Centroamérica y República Dominicana.

Entregar el alma. La acción de la empresa editorial deja campo abierto a lo más preciado del ser humano: su libertad para crear y compartir conocimiento, y amar la sabiduría y la belleza.

No hay bienestar social sin conocimiento, cultura y educación. Para que haya desarrollo, es necesario entregar el alma, y en la industria editorial costarricense eso requiere innovación, dinamismo, cambio organizacional y hojas de ruta que por el momento no existen, pero pueden crearse con visión y liderazgo.

consulfexxi@gmail.com

El autor es escritor.