Página quince: Paseando con el minotauro

En su reciente libro, José Ricardo Chaves nos lleva a pasear con monstruos, casi de la mano.

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El título Paseando con el minotauro eleva la imaginación a muchas esferas. Se trata del más reciente libro de José Ricardo Chaves. En sus páginas no somos Teseos ni ingresamos a un campo de batalla cerrado a combatir a un paradójico guardián-prisionero: vamos a pasear con el monstruo, casi de la mano; sin Ariadna, porque solo el minotauro conoce los caminos confusos, diseñados con el propósito de extraviar a quien se atreva a dar un paso hacia el interior.

Si embargo, la prosa breve que revistamos junto con el minotauro, esta bella colección de artículos publicados casi todos aquí mismo, en la “Página quince”, desde hace tantos años, no es laberíntica ni se vale de la confusión para perdernos ni nos reserva una lucha a muerte al final del recorrido. La sorpresa está en cada paso adelante, en cada página, con un guía que nos convida a desplazarnos por la biblioteca textual.

Por suerte no somos Teseos, no tenemos el duro encargo de vencer monstruos fuera de nosotros mismos; más bien, nos sentimos invitados a asociarnos con él para leer juntos y gozar en vez de sufrir. Y también para contener la respiración y respirar felices al final de cada artículo. Prosa breve. Belleza del buen decir. Información precisa. Exquisitez del discurso.

El libro —publicado bajo el sello de Uruk este año— recopila ensayos periodísticos escritos entre los años 1984 y 2019. Se agrupan, no en orden cronológico, sino por temas, a lo largo de 320 páginas: “Letras”, “Desplazamientos”, “Sombras”.

Armonía estilística. Existen libros compuestos unitariamente. Son un largo esfuerzo, como las novelas o los libros monográficos. Hay otros que, bajo un mismo título, reúnen textos menores y se publican así. En el caso de estos últimos, se dan al menos dos posibilidades: los textos son diversos y tienen poco en común entre ellos, pues interesa destacar la diversidad. De igual forma, hay libros donde predomina la homogeneidad formal, en el tamaño, en el estilo, en los recursos a veces implícitos de interpelar al lector, y aun en el enfoque.

El segundo es el caso de Paseando con el minotauro. No quiero dejar de señalar que me admira la armonía de estilo mantenida durante estos 35 años en que Chaves ha cultivado el ensayo junto con la narrativa. Este libro muestra que no hay tema irrelevante si cae en manos de una buena pluma. En este caso, todo lo tratado tiene valor en sí y, si al lector nunca le ha llamado la atención algo de lo dicho, con la lectura del libro se le despertará el interés.

Ya es hora de que tomemos el toro por los cuernos. O, más bien, al minotauro. Digámoslo así: cuesta mucho reseñar un buen libro. Este no es pasivo, no se deja coger, ni apaciguar. Le brillan los ojos. Se encabrita. Brama. No lo dudo: es más fácil hablar de un mal libro, como aporrear a una mula vieja con tapaojos, como las de los viejos carretones de Costa Rica. Entonces, resulta que al abrir el libro nos paseamos con un minotauro inquieto, lleno de sorpresas a cada paso.

No es un paseo ocioso, sino peripatético, que da gusto y hasta suspenso cuando se recorren las páginas y se encuentra en ellas a Fernández Guardia, a Eunice Odio, a los Cardona, a Apaicán, a Abelardo Bonilla, a Ricardo Blanco Segura, o al olvidado Cristián Rodríguez, entre otros, incluido el Krishnamurti que a regañadientes se bajó del vapor a estirar las piernas en Puntarenas.

Descanonizado. Estas páginas hablan de muchos temas, pero hay algo en común en todas ellas: el placer de asomarse a espacios poco frecuentados de la historia literaria de Costa Rica.

Pienso en autores o textos que no pertenecen al canon realista predominante. Con ello se infiltra en el laberinto una luz que saca de las sombras textos, autores y aventuras personales. Cada artículo sugiere una larga evocación. En una reseña o comentario del libro, no queda más que elegir a gusto del comentarista y echar vistazos casi al azar.

Una de las ventanas más interesantes de la obra es la que permite asomarse a épocas, coyunturas o asuntos pasados que se asocian a los tiempos que corren. Hay un gran suspenso, por ejemplo, al leer el episodio sobre la Eunice Odio vigilada por la CIA. José Ricardo retomó este asunto también en su novela inspirada en la escritora. ¿Quién era aquel amigo de la embajada cubana que estuvo en una fiesta organizada por Eunice? ¿Oswald, el asesino de Kennedy? Es un asunto histórico y a la vez novelesco. Estamos ante un topos de la vida política y de la aventura literaria.

Comparo con dos ejemplos: en la novela de Klaus Mann, Mefisto, se construye el drama de un actor y su complicidad con el régimen nazi. Fue ficción. Por otro lado, para contrastar, hay historias actualísimas como la del profesor maltés de una universidad romana, ahora desaparecido u oculto, a quien se implicó en el escándalo político Ucrania, Biden, Trump. El caso de Bertolt Brecht es sintomático: toda su obra literaria es una proclama por las capas populares, pero se silenció ante la represión de trabajadores en Berlín oriental.

Un caso excepcional en Costa Rica, al cual Chaves dedica la atención en varias partes de su libro, es el de Rogelio Fernández Güell, quien fue abatido por la dictadura tinoquista. La cuestión, más en general, es: ¿No representan estos casos, reales o imaginarios, la difícil moral del intelectual frente al poder?

Explorador. Entre los muchos artículos, quiero apuntar a los que relatan experiencias de viaje. El autor se detiene en algunos lugares, ya sea por la exaltación del paisaje (Chirripó) o de la sangre que corre, como el Campo di Fiori, donde fue martirizado en la hoguera Giordano Bruno. Recuerdo ahora la exquisitez de su libro, en forma de diario, titulado Peregrino a Oriente. Bitácora de viajes por Asia y un poquito de París (México, 2013).

Otra materia que ocupa la atención del autor es la homosexualidad. Hay varios textos al respecto, rigurosos, en los cuales estudia la aparición del tópico en novelas costarricenses. El libro Andróginos. Eros y ocultismo en la literatura romántica (México, 2005) da un encuadre amplio y sistemático del erotismo.

Señalo finalmente otra serie de asuntos que recorremos con el minotauro en estas páginas: el ocultismo, la teosofía, la masonería tanto en la historia como en la literatura. Otro libro suyo recoge temáticas como México heterodoxo. Diversidad religiosa en las letras del siglo XIX y comienzo del XX (México, 2013). Aunque en la práctica literaria, lo fantástico no forma parte de una concepción espiritual no teológica del mundo, sí es un foco de atención permanente en la obra de Chaves.

Quiero destacar su libro Voces de la sirena. Antología de literatura fantástica de Costa Rica. Primera mitad del siglo XX (San José, 2012).

José Ricardo Chaves, el ensayista, el narrador, es un hervidero de escritura que crea belleza y convierte el pensamiento en un gozo, como se ve en este paseo con el minotauro.

rafaelangel.herra@gmail.com

El autor es filósofo.