Página quince: Invertir en conocimiento es la mejor respuesta a las crisis

Poner en entredicho la inversión en educación superior y la investigación nos aleja del camino de desarrollo anhelado

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En plena crisis por la pandemia de la covid-19, la investigación con sello costarricense brinda un impulso de optimismo y esperanza para el tratamiento de pacientes infectados del virus SARS-CoV-2.

Este es el caso del proyecto de investigación colaborativo mediante el cual se pretende generar la formulación con anticuerpos humanos purificados, a partir del plasma de personas recuperadas de la enfermedad, y otra de anticuerpos equinos purificados del plasma de caballos, inmunizados con proteínas virales, para tratar a los pacientes con covid-19 en estado crítico.

El proyecto fue declarado de interés público y nacional por el presidente, Carlos Alvarado Quesada, y el ministro de Salud, Daniel Salas Peraza.

Es el resultado de un esfuerzo conjunto y cercano de la Universidad de Costa Rica (UCR), en la figura del Instituto Clodomiro Picado, y la Caja Costarricense de Seguro Social, entre las cuales existe una histórica y fructífera relación.

Nacidas en la misma época, estas instituciones han sido pilares de nuestro país y han facilitado que tanto la salud como la educación sean hoy piedras angulares del desarrollo.

Todos los días convivimos con los frutos de estos esfuerzos y visión prospectiva del país.

Aportes. Con los años, las universidades públicas costarricenses han aportado un conocimiento científico de valor incalculable; en el caso de la UCR, desde sus carreras en Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemática (STEM, por sus siglas en inglés) y su liderazgo regional en investigación, este conocimiento se extrapola a todas las actividades académicas, y sus beneficios se extienden a toda la sociedad. El Instituto Clodomiro Picado (ICP-UCR) es vivo ejemplo de ello.

Con 50 años recién cumplidos, el ICP-UCR ha logrado nutrir su experiencia científica, el conocimiento técnico y las herramientas tecnológicas para aportar al tratamiento eficaz contra el envenenamiento causado por mordedura de serpientes, catalogado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como una enfermedad desatendida.

A través de este instituto, Costa Rica levantó la voz en la esfera internacional para que este reconocimiento fuera un hecho: sus gestiones visibilizaron un problema de salud pública del mundo en desarrollo.

Sin los sueros antiofídicos del ICP-UCR, países de África, Asia, Oceanía y América Latina carecerían del acceso a un recurso vital debido a la falta de inversión pública y privada.

Costa Rica sí invierte de manera solidaria y con fondos aportados por todos los costarricenses.

Hecho clave. Con el Repositorio de derechos del COVID-19, de iniciativa costarricense presentada a la OMS, una vez más nuestro país le dice al mundo que el conocimiento científico debe ser compartido y asequible.

El protocolo de fabricación de preparación de inmunoglobulinas humanas contra el SARS-CoV-2, elaborado por el ICP-UCR, alimentará el repositorio y, con ello, visibilizará el talento humano y compromiso social de nuestro país.

Las universidades públicas son instituciones que siempre han expuesto este compromiso, con conocimiento, recursos y talento humano a disposición de la sociedad.

En esta coyuntura, es preciso reconocer al sector docente y de investigación de estas universidades por redoblar sus esfuerzos en estos últimos meses, y, así, favorecer la continuidad de las labores esenciales de la academia, tan necesarias e impostergables.

Este es también un momento adecuado para reconocer que la evidencia científica debe ser uno de los pilares para la toma de decisiones y la formulación de políticas públicas para el desarrollo sostenible de nuestro país.

Con los hallazgos del ICP-UCR, pero también de todos los aportes de las universidades públicas en la lucha contra la covid-19, demostramos que poner en entredicho la inversión en educación superior y la investigación nos aleja del camino de desarrollo anhelado.

No debe limitarse la inversión en ciencia, tecnología e innovación ni la educación superior pública que permite llegar a ella, pues, especialmente en tiempos de crisis, el conocimiento nos lleva a decisiones más informadas.

El autor es rector de la Universidad de Costa Rica.