Página quince: El Ártico en primer plano

Es cómodo imaginarse el Ártico lejano, poblado por renos y osos polares, pero es en realidad una piedra angular del sistema climático, que mantiene estables las temperaturas, habitables nuestras comunidades y prósperas nuestras economías

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LANCASTER, R.U.– Por largo tiempo los climatólogos han sabido que el Ártico se está calentando más rápido que ningún otro lugar del planeta.

Incluso quienes seguimos estrechamente el Ártico quedamos asombrados por los cambios ocurridos en el 2020, un año de récords históricos, glaciares en retirada y resquebrajamiento de capas de hielo.

Las alarmas suenan más fuerte que nunca: debemos reducir urgente y drásticamente nuestras emisiones de gases de efecto invernadero.

El año pasado, las temperaturas en el círculo polar ártico subieron grados jamás alcanzados. Una ola de calor en la Siberia ártica las llevó a los 38 ºC (100 ºF), 18 ºC más que la temperatura promedio diaria en los últimos años.

Mientras tanto, intensos incendios forestales en el Ártico liberaron un máximo histórico de dióxido de carbono y marcaron un nuevo récord de contaminación en la región.

El paisaje ártico ha cambiado con rapidez en estas circunstancias. Por primera vez desde que comenzaran los registros históricos, el hielo marino del sector eurasiático no había comenzado a congelarse todavía en octubre.

El mes anterior, una capa de hielo del tamaño de París se desprendió del mayor glaciar de Groenlandia, y en julio se fragmentó la capa de hielo de Canadá, que con 4.000 años de antigüedad estaba intacta.

Peligro mundial. A medida que se derrite el hielo del Ártico, los niveles del mar suben, y amenazan a países de todo el mundo.

A lo largo del año pasado, los científicos también detectaron signos preocupantes de una crisis climática futura. A medida que las mayores temperaturas hacen que las plantas árticas crezcan más, el permafrost se deshiela más velozmente, proceso que libera enormes cantidades de dióxido de carbono y metano (un gas muchísimo más potente que el CO2), acelerando el aumento de la temperatura.

El año pasado se encontró en el norte de Siberia un cráter de 50 metros de profundidad, o «embudo», uno de los muchos informados recientemente, después de que estalló a través de la tundra un bolsillo subterráneo de metano formado por permafrost descongelado.

Las consecuencias del colapso climático en el Ártico son muy amplias. En Rusia, un tanque de combustible se rompió tras ser puesto en permafrost inestable, y vertió cerca de 150.000 barriles de diésel a un río.

Un informe de Human Rights Watch reportó que cambios relacionados con el clima en los patrones migratorios de los animales están dificultando que las comunidades indígenas canadienses encuentren comida o atraviesen masas de agua previamente congeladas. Y los pueblos costeros pueden quedar devastados por la migración de especies de peces para escapar del calentamiento de las aguas.

Para la mayoría de los lectores estas historias pueden parecer distantes, o incluso abstractas, pero no seguirá siendo así por demasiado tiempo.

Si algo nos han mostrado los acontecimientos del 2020 es que lo que ocurre en el Ártico no se queda allí. Por el contrario, el aumento de las temperaturas en la región amenaza con generar un devastador efecto dominó que acabará en una catástrofe global.

Lo anterior se origina debido a dos potentes fenómenos naturales. Primero, el calentamiento del Ártico debilita la corriente de viento, o jet stream, el río de aire que fluye a grandes altitudes por encima de la Tierra.

Esta corriente de viento es causada por el contrate entre los polos congelados y el ecuador caliente del planeta. A medida que se reduce este contraste, la corriente de viento se reduce e incluso cesa.

Los científicos creen que este cambio explicaría algunos sucesos climáticos letales, como los incendios forestales en California y Siberia, las extremas tormentas invernales del este de los Estados Unidos y los máximos históricos en el desierto de Mojave.

Frío extremo. La segunda manera como el calentamiento del Ártico afecta al resto del mundo es perturbando el vórtice polar, un sistema climático de bajas presiones que se ubica sobre cada polo y mantiene frío el aire en esos lugares.

A medida que el Ártico aumenta de temperatura, se piensa que el aire frío del vórtice se desplaza hacia el sur, y produce condiciones climáticas frías extremas en lugares inusuales. Este invierno hubo grandes nevadas en Italia, Japón y España.

Durante la pandemia de covid-19, «reconstruir mejor» se ha convertido en una especie de mantra. Las medidas para preservar el Ártico deben estar en el centro de este esfuerzo.

Para ayudar en este proceso, Arctic Basecamp, organización fundada por mí, irá desarrollando este año una plataforma de acceso libre llamada Arctic Risk para destacar signos tempranos de riesgos emergentes causados por los cambios en el ecosistema ártico.

Afortunadamente, una creciente cantidad de quienes toman decisiones a escala global parecen reconocer la importancia crítica del Ártico.

El Foro Económico Mundial publicó recientemente su Informe de riesgos globales 2021, que califica las condiciones climáticas extremas, la debilidad de las medidas climáticas y los daños ambientales de origen humano entre los riesgos más probables —y de más fuerte impacto— que enfrentaremos esta década que comienza.

Durante la semana de la Agenda Davos del FEM, encabecé un panel de alto nivel que apuntó a acelerar los avances para la protección de esta región de importancia crítica.

Es cómodo imaginarse el Ártico como un lugar distante y nevado, poblado por renos y osos polares. En realidad, es una piedra angular del sistema climático, que mantiene estables las condiciones climáticas, habitables nuestras comunidades y prósperas nuestras economías.

Se encuentra bajo una inmensa presión. Reducirla, especialmente mediante el fin de todas las actividades extractivas de petróleo y gas, es un requisito básico para un mundo más sostenible y equitativo.

Gail Whiteman: es fundadora de Arctic Basecamp, un equipo de expertos y científicos especializados en el Ártico.

© Project Syndicate 1995–2021