Página quince: Educación y capacitación como bisagras del siglo XXI

Hoy se trata de innovar, como en la década de los cincuenta, poco después de abolido el ejército, cuando se amplió la cobertura del sistema

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Costa Rica debe superar la crisis fiscal sin reducir la inversión en educación y capacitación. Por el contrario, más bien debe mejor la calidad. En la crisis de los 80, el recorte de recursos destinados a la educación originó gran parte de la pobreza y exclusión social contemporáneas.

La educación pública ha sido fuente principal de riqueza y la capacitación, una bisagra entre lo moderno y lo tradicional. La educación no se concibe solo como capital humano calificado para conectarse con el mercado o como un acto de aprendizaje individual; es más que eso, abrió canales de ascenso social, lo que se tradujo, a diferencia de otros países de la región, en un tejido social más estable y mejor gobernanza.

Colocando primero la educación como bisagra de la organización cívica y el desarrollo del Estado, se obtuvo esa cosecha. Mientras en Centroamérica emergían dictadores, Costa Rica debutaba como país independiente con un jefe de Estado educador.

Costa Rica declaró en 1869 la enseñanza primaria obligatoria, gratuita y costeada por el Estado. Fue capaz de modernizar la producción de café y construir ferrocarriles para facilitar la exportación. En el último cuarto del siglo XIX, la tasa de crecimiento era superior a la de Estados Unidos.

Las reformas educativas continuaron, el país trajo intelectuales europeos y luego los nuestros fueron enviados a hibridarse —a la larga, en su retorno, influenciarían las ideas de la educación y el Estado—, entre ellos Roberto Brenes Mesén, Joaquín García Monge, Carmen Lyra y Omar Dengo.

Medidas contemporáneas. Hoy se trata de innovar, como en la década de los cincuenta, poco después de abolido el ejército, cuando se amplió la cobertura del sistema.

Pero, dados los desajustes en la igualdad social y nuestra vulnerabilidad geográfica al narcotráfico, se requiere incluir a aquellos que perdieron las oportunidades de educación formal y no deben quedar rezagados. Para esto, las comunidades deben estar incorporadas al proceso educativo y de capacitación.

Por una parte, hay que resaltar y aprender de las mejores prácticas del sistema educativo, destacar los ejemplos de escuelas avanzadas, colegios de bachillerato internacional o los colegios bilingües en las zonas rurales.

Por otra, hibridar la educación con los mejores avances en el ámbito mundial. Es preciso enviar jóvenes educadores a los países con experiencias de avanzada, como Finlandia, China y Alemania, como hicimos en el pasado.

Debemos formar profesionales ajustados a un mundo cosmopolita, pero enraizados en la realidad nacional y regional, que encuentren un espacio aquí y fuera de nuestras fronteras.

La educación estándar es insuficiente y necesita complementarse con capacitación, especialmente en organización, que es lo que empodera al emprendedor y al ciudadano.

La capacitación trasciende la idea de transmisión de información. Se produce solo en la práctica al emprender la actividad organizativa o mecánica; se conoce mejor la naturaleza del objeto y se desarrollan habilidades y destrezas.

La gente organizada ejerce su poder, marca pautas, hace cambios, participa, desarrolla su potencial creativo. La organización es la facultad para generar alternativas. Es producto de las conexiones educativas y las habilidades técnicas que dan conocimiento y capacidad.

Autonomía. Por eso, precisan alternativas con respaldo técnico, educativo y la autonomía para la organización de la gente, para que resuelva sus necesidades.

Sin la educación, sin capacitación, sin la organización, la gente, en momentos difíciles, solo tira piedras. La organización da una visión y un poder que individualmente no se tiene.

Con cerca de un millón en la informalidad y unos 600.000 desempleados, la educación llamada informal debe mantener y elevar la calidad técnica ahí donde se ha logrado excelencia, y actualizar o descartar cursos que no se corresponden con las necesidades actuales.

Es necesario flexibilizar la oferta y la creación de certificaciones en habilidades que demanda el mercado laboral; abrir nuevos espacios de capacitación técnica intermedia para responder al empresariado y estimular el avance en la formación del personal; abrir nuevos espacios de capacitación organizacional masivos con los poderes locales y comunidades organizadas para dar alternativas al desempleo y la violencia; estimular y fortalecer las iniciativas y encadenamientos locales y regionales, especialmente aquellos amigables con el medioambiente y generadores de alimentos sanos, como la agroecología.

Educación como sistema global. La educación es un sistema global y permanente, que enseña a aprender y capacitarse para responder a las necesidades cambiantes del siglo XXI.

La incorporación de las comunidades en el proceso es fundamental, no solo para responder a sus necesidades y posibilidades, a menudo ignoradas por las instituciones, sino también por ser el vehículo de incorporación de las autoridades locales y los padres de familia como actores activos en las políticas educativas.

Los problemas contemporáneos, dada su complejidad creciente, no deben ser resueltos solo por los técnicos, desde una institución, deben incorporar necesariamente a las comunidades organizadas para que aporten su energía y visión.

Miguel Sobrado es sociólogo y Alejandro Machado, gestor en género y desarrollo.