Página quince: Alianza democrática para la tecnología avanzada

La divergencia digital entre Estados Unidos y la Unión Europea solo sirvió para dar impulso a que China y otras autocracias se adelantaran al desarrollo de IA y a imponer las reglas

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COPENHAGUE– Uno de los desafíos existenciales que enfrenta el mundo libre es la división tecnológica. La divergencia entre Estados Unidos y la Unión Europea favoreció adelantos de China y otros regímenes autocráticos en la creación de nuevas herramientas y la institución de reglas y estándares que influirán en muchos aspectos de nuestras vidas, de la economía y de la seguridad por muchas generaciones.

El presidente ruso, Vladímir Putin, no se equivoca: «Quien lleve la delantera en esta esfera [la inteligencia artificial] dominará el mundo».

La agenda del presidente estadounidense, Joe Biden, para el fortalecimiento de la democracia dentro y fuera de su país presenta una oportunidad para resolver esta falencia estratégica.

Las dirigencias a ambos lados del Atlántico deben aprovecharla y crear una alianza tecnológica de democracias para ganar la carrera digital y fijar las reglas internacionales.

En su plataforma electoral, Biden y la vicepresidenta, Kamala Harris, se comprometieron a convocar durante este año una «cumbre mundial para la democracia». Es una idea excelente, en la línea de la Cumbre de Copenhague por la Democracia que la Fundación Alianza de Democracias viene organizando todos los años desde el 2018, y en la que Biden mismo pronunció el primer discurso principal.

Pero la propuesta de Biden deja sin aclarar algunas dudas, por ejemplo, el formato de la cumbre, si se invitará a países con modelos de democracia divergentes y qué propuestas de acciones concretas para los participantes podrían surgir de la reunión.

Por lo menos para el último punto, Biden ya tiene el bosquejo de un plan. Desde finales del 2018, la Comisión de Seguridad Nacional sobre Inteligencia Artificial de los Estados Unidos (un eminente grupo de líderes tecnológicos presidido por el ex director ejecutivo de Google Eric Schmidt) elabora una serie de recomendaciones que «encaran en forma integral las necesidades de seguridad nacional y defensa de los Estados Unidos» en relación con la IA.

Hace poco la Comisión publicó su informe final al presidente y al Congreso. Los europeos y otras democracias aliadas de Estados Unidos también deberían leerlo y actuar en consecuencia.

Ventaja competitiva. En mi alocución a los asistentes al congreso que organizó la Comisión a finales del 2019, sostuve que la mejor ventaja de Estados Unidos respecto a China y Rusia es su capacidad para crear alianzas en todo el mundo.

Por eso, me complace leer que una de las recomendaciones centrales del informe es que Estados Unidos instituya una «coalición para las tecnologías emergentes» que establezca normas y valores democráticos y coordine políticas con el objetivo de contrarrestar la adopción de infraestructuras digitales de fabricación china.

Dicha coalición también lanzaría una «iniciativa internacional por la democracia digital» para crear tecnologías de IA (y relacionadas) que sean compatibles con los valores democráticos y favorables a los intereses de las sociedades libres, promoverlas y financiar su adopción.

Esta es la clase de agenda positiva que necesitamos; sin embargo, solo prosperará si los integrantes de las alianzas del Atlántico y del Pacífico comienzan a realinearse en algunas cuestiones tecnológicas cruciales, en particular lo relacionado con dos commodities que, en opinión de muchos, son el petróleo del futuro: los datos y los semiconductores. Tenemos que forjar un nuevo consenso democrático en ambos asuntos.

Pérdida de sintonía. Sobre todo en lo referido a los datos y a su protección, fue Estados Unidos el que perdió la sintonía con el resto del mundo libre.

Japón adoptó una normativa similar a la de la Unión Europea para posibilitar un flujo libre de datos y el Reino Unido tiene intención de acogerse a un régimen posbrexit similar.

Japón usó la presidencia del G20 en el 2019 para promover un acuerdo mundial sobre flujos de datos, pero, a pesar de ciertos avances, las objeciones de China frustraron la iniciativa.

El libre flujo de datos dentro de un marco fiable sería la mejor ayuda que puede recibir el desarrollo de la IA en las democracias liberales.

Para los regímenes autoritarios y sus Estados vigilantes es mucho más fácil acceder a metadatos; por eso, tenemos que cooperar para poder competir con ellos.

Asimismo, la reciente escasez mundial de semiconductores y el consiguiente cierre de fábricas de automóviles en todo el mundo ponen de manifiesto cuánto dependemos de plantas industriales en Taiwán y Corea del Sur.

Estas ya tienen los conocimientos y las cadenas globales de suministro necesarios, pero debemos seguir buscando formas de brindarles apoyo en el contexto de nuestra alianza democrática.

Además, hay que establecer una zona democrática preferencial para el acceso a semiconductores y otros insumos críticos (materias primas, lantánidos, etc.) en los que se basará nuestra revolución tecnológica y ecológica.

Comprometido. Sabemos que Biden tiene un compromiso personal con la búsqueda de soluciones transatlánticas a los desafíos tecnológicos. Fui testigo de ello en el 2018, cuando fundamos juntos la Comisión Transatlántica sobre la Integridad de las Elecciones.

Ambos coincidimos en que no era suficiente que Estados Unidos investigara la interferencia rusa en la elección presidencial del 2016 o que Europa hiciera preparativos por separado para proteger sus numerosas elecciones.

Nos propusimos, en cambio, vincular los esfuerzos de las democracias aliadas y prepararnos para futuras campañas de interferencia electoral, incluida la posibilidad de que se usen en ellas métodos de IA, como el video trucado hiperrealista deepfake.

Biden ahora puede aplicar una lógica similar para garantizar la victoria del mundo libre en la próxima revolución industrial. Pero los europeos tenemos que hacer nuestra parte; si Europa pone obstáculos a la cooperación tecnológica transatlántica, después no nos quejemos cuando los autócratas empiecen a poner las reglas.

Anders Fogh Rasmussen: ex secretario general de la OTAN (2009‑2014) y ex primer ministro de Dinamarca, es uno de los creadores de la Fundación Alianza de Democracias.

© Project Syndicate 1995–2021