Otros tiempos para elegir y formar el gobierno

No hay razón para una campaña bis tan larga entre los primeros domingos de febrero y abril

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La primera ronda de las elecciones presidenciales en Colombia fue el pasado domingo; la segunda, apenas dos semanas después (el 19 de junio). Para la toma de posesión (7 de agosto) pasarán casi dos meses.

En Chile, median cuatro semanas entre la primera y la segunda ronda, y casi tres meses para el cambio de mando. En Costa Rica, los tiempos están invertidos: dos meses entre la primera y la segunda, y apenas uno para que asuma el nuevo gobierno.

La inconveniencia de este calendario, establecido en la Constitución, es obvia; la necesidad de revisarlo, urgente.

No hay razón alguna para una campaña bis tan larga entre los primeros domingos de febrero y abril: desgaste, crispación, incertidumbre, gastos.

Tampoco la hay en lo organizativo: si organismos electorales menos robustos que el TSE pueden repetir votaciones en corto tiempo, nada impide que el nuestro lo haga. Pero lo realmente grave es el lapso tan reducido para que el ganador forme gobierno.

El impacto de la premura lo estamos experimentando ahora, potenciado por dos razones: una institucional y otra coyuntural. Una reforma de la Constitución, aprobada en el 2020, fijó entre el 1.° de mayo y el 31 de julio el primer período de sesiones extraordinarias de cada legislatura, cuando el Ejecutivo controla la agenda.

Quiere decir que en un mes el nuevo presidente no solo debe formar gobierno, sino también convertir en proyectos sus prioridades.

La intención —buena— fue darle la posibilidad de agilizar la puesta en marcha y cumplimiento de las promesas de campaña, algo que solo puede ocurrir con fluidez si el nuevo gobernante está respaldado por un partido sólido y equipos casi formados que le permitan arrancar con rapidez. Pero no pasó ahora, y difícilmente pasará en el futuro.

En la fluidez político-electoral que vivimos, ni los partidos supuestamente consolidados son fuertes; además, las segundas rondas son la nueva normalidad, y la posibilidad de que otros no-partidos lleguen a Zapote seguirá presente.

Ante esta nueva realidad, muchas normas institucionales deben adaptarse, pero una forma de comenzar es adelantando la segunda ronda y permitiendo que el triunfador disponga, por lo menos, de dos meses para encender motores y fijar el rumbo.

El cambio no garantizará un buen gobierno, pero facilitará su mejor comienzo.

Correo: radarcostarrica@gmail.com

Twitter: @eduardoulibarr1