No perdamos el tren de la vida

Propongo que el trayecto entre el Calasanz y el Centro Cultural Costarricense Norteamericano lo transformen en una especie de paseo de los Ingleses

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Por el barrio Escalante, varias veces saqué fotos: una de los rieles separándose; otra, de los mismos fierros, pero juntándose, como símbolos de la vida humana, entre encuentros y desencuentros. Al choque de ideas, no le tengamos miedo.

Entre esos extremos, así en la vida misma, allí está, ¡el camino! Que lo canten el español Machado (“caminante no hay camino”) y el griego Kavafis (“cuando emprendas tu viaje a Ítaca / pide que el camino sea largo”). Bueno, bueno, replicó el costarricense, ¿y si me pesa la boca? Pues propongo un camino placentero, un promenade.

Está medio diseñado, solo que fatal de cuidado, pero ¡allí está! Propugno que todo el trayecto, tan largo como corto, tan corto como largo, por la vía del tren, entre el Colegio Calasanz y quizá hasta el mismo Centro Cultural Costarricense Norteamericano, lo transformen en una especie de paseo de los Ingleses, como existe por el Mediterráneo francés, en Niza. Son siete kilómetros, no menos. ¡Vaya paseo provechoso!

Por aquí, en vez de seguir destruyendo lo que ya hay por descuido (¡hasta con escombro mañanero, me comentan los vecinos!), que entre todos construyamos y cuidemos este pulmón ecológico en beneficio de vecinos o no. Que cunda como ejemplo para los educandos del antes tan ejemplar Vargas Calvo.

La idea no es complicar la labor de los maquinistas (¡con su loca pitadera indiscriminada piensan que educan!). Cerca del colegio subsiste un letrero, torcido y feo, parece de hace cien años, pero ¿por qué existen barreras por otros lados y justamente no cerca del colegio? Enseñemos, recreemos, entre todos, de manera civilizada.

En el proyecto se podría englobar el entorno, desde la arboleda y la casa El Encanto, donde, viniendo de ordeñar sus vacas en Cartago, el legendario don Ricardo se tomaba un descanso para leer los periódicos, camino hacia la Asamblea. Señero ejemplo, hombre culto, nada aburrido, atento a lo local al mismo tiempo que cosmopolita.

Pensemos también que en esa época toda la construcción tipo art nouveau, al sur de la línea férrea, era la bodega de Jiménez de la Guardia. Como que prefiguraba, en dos pisos, la nave repleta de azúcar, exportada desde Juan Viñas hacia Europa, y de allí, a saber cuánta cosa, cuánto libro, arte y conocimiento nos llegaba, por ósmosis y empeño.

Municipales, su tarea no es solo recaudar impuestos; sean capaces de proyección y prospección. Cada vez que paso por el centro de Montes de Oca, duele ver montes de macetas —nuevas y viejas—, pero angustiadas por un poquito de agua. ¡Vaya mal ejemplo; ecología con las patas!

Funcionarios, estudiantes, profesores, a todos nos incumbe una dosis de educación cívica. Escarbando un tanto en los vocablos, los de política y policía, entre otros, a mucha honra resultan creaciones que remontan a la polis, la comunidad griega original y organizada. Democracia, entonces, muy en germen, pero que a diario podemos fertilizar, fomentar. Que este espacio propuesto sea nuestra ágora.

Pido a mi comunidad que de manera integral rescatemos el tren de la vida, donde el ser humano sea parte de la naturaleza, no su superior prepotente. En esa vía, mínimo entre la punta oeste del Vargas Calvo y la punta este del Calasanz pareciera que nadie se acuerda que, junto con la Universidad de Costa Rica, todo San Pedro ha de seguir destacando como polo de progreso.

Con bajo costo, todo el sector merece un redescubrimiento ecológico y educativo profundo a corto plazo, como dejado de la mano durante décadas. Pongan manos a la obra, por fin entre otras alrededor de esa, la primera escuela del distrito. Durante años quedó botada, ¡gracias por el rescate arquitectónico! Que entre hasta por los ojos y los corazones.

Que por el Vargas Calvo vuelva a florecer la consigna, tan vieja como siempre nueva, esencia de educación permanente: citius, altius, fortius. Pues sí, y con ganas, más rapidez, más altura, más fuerza, términos que no han de verse solo en la superación física.

Duele también observar y sentir cómo el Incofer deja descuidado el cantón a pura pitadera desde las 4:30 de la madrugada, allí donde, entre el bosque ecológico creado por un italiano y las palmeras por la parada del tren, en pura postal publicitaria, tenemos una gran riqueza dendrológica.

¡Qué crimen fue el abandono de la vía férrea durante décadas a favor de los camioneros por motivos electoralistas! Por sus actos los conoceréis. Recuperemos, rescatemos, reformemos.

valembois@ice.co.cr

El autor es educador.