No culpes a la noche

Es una lástima que el presidente, Rodrigo Chaves, haya malgastado la mitad de su mandato culpando a los demás por la incapacidad de su gobierno

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“Será que no me amas” es el título de una canción interpretada por Luis Miguel que me ha dado por tararear conforme la administración Chaves se acerca a la mitad de su mandato.

En esta pegajosa melodía de 1990, el autor pide a su pareja que no culpe a la noche ni a la playa ni a la lluvia por su incapacidad de amarlo, por no querer besarlo ni acariciarlo “como ayer”.

En otras palabras, el estribillo propone un baño de realismo y sinceridad para una relación que parece estar llegando al agotamiento, en medio de múltiples excusas y mentiras para evadir la realidad.

Lástima que la canción no la pusieron de fondo el día en que el presidente, Rodrigo Chaves, volvió a subirse a la tarima para culpar a otros por la incapacidad de su gobierno.

Como si se tratara de una plaza pública, se fue a Limón a lanzar una cortina de humo para tratar de tapar dos años de incumplimiento de las promesas hechas durante la campaña.

El Caribe ha sufrido durante este mandato un perturbador aumento en la cantidad de homicidios, propiciado por una cruenta guerra entre narcos, por territorio y poder.

Su principal hospital hace agua, la pobreza y el desempleo siguen entronizados, la ampliación de la ruta 32 parece una pesadilla y los proyectos de reactivación están estancados.

Imagino lo difícil que debe ser ir con las manos vacías a la provincia donde obtuvo el porcentaje más alto de votación del país (un 63 %) y con la certeza de que el próximo proceso electoral está a la vuelta de la esquina.

Lo fácil es culpar a los diputados de la oposición, a la contralora general de la República, a la prensa, a los jueces, a los magistrados, al eclipse anular de sol, al polvo del Sahara, al gusano barrenador, etc.

Es una verdadera lástima que el mandatario haya malgastado la mitad de su gobierno en este insulso ritual de reproches y acusaciones que, para su desdicha, suelen volverse en su contra cuando son confrontados con la realidad.

Lo más desalentador es que no se observan señales de cambio para la segunda parte de la administración, la cual debería aprovecharse al máximo para acometer tantísima tarea pendiente.

Gobernar implica responsabilidad, negociación, decisión, ejecución, transparencia y sinceridad. Pero, por lo visto hasta ahora, nos seguirán bailando con la noche, la playa y la lluvia.

rmatute@nacion.com

El autor es jefe de información de La Nación.