No a la impunidad

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Una joven estadounidense fue violada por varios hombres en la Fortuna de San Carlos. La noticia no podía ser más desgarradora. Nos solidarizamos con esta muchacha y con su angustiada familia. Ella, con gran ilusión, visitó nuestro país, y la pacífica Costa Rica se lo ha convertido en un verdadero infierno.

Celebramos la ágil y efectiva movilización de nuestras autoridades de investigación policial, quienes lograron detener a los presuntos responsables, pero nos queda el gran sinsabor y preocupación de que estos quedaran libres menos de 24 horas después, ante el desistimiento de la joven de reconocer a los sospechosos.

Quedan debiendo las declaraciones ofrecidas por Francisco Segura, director del OIJ, al justificar que fueron dejados en libertad ante la negativa de la joven a participar en el reconocimiento judicial y la inexistencia de otras pruebas en contra. Y ¿las otras pruebas recabadas y el ADN? ¿No había que esperar a que todo esto se dilucidara antes de dejar a dichas personas en libertad?

Si bien existe el principio universal de inocencia, también el legislador previó casos especiales para el dictado de la prisión preventiva, entre los cuales está el riesgo de evasión de la justicia. Tratándose de cuatro extranjeros, tres de los cuales se encuentran, además, en condición migratoria irregular, ¿para qué exponernos a una potencial fuga y evasión de la acción de la justicia?

De la cobertura periodística no queda claro si la víctima ha desistido del reconocimiento o de continuar con la causa, derecho que le compete por ser un delito de acción pública perseguible solo a instancia privada (Art. 81 bis del Código Penal). Sin embargo, vale preguntarnos si una persona moralmente devastada, lejos de su familia, en un país con otro idioma, está preparada –y si la hemos protegido debidamente– para tomar esta decisión a pocas horas de ocurridos los hechos.

Sirve este triste caso para recordarnos que no se trata de un hecho aislado. Como bien lo reconoció el director Segura, “muchas de las violaciones no se denuncian y no nos damos cuenta. Otras se denuncian y se dejan botadas porque la mujer no quiere revictimizarse. Simple y sencillamente, la víctima opta por separarse del asunto”.

Qué duro que en nuestro país, pese a lo avanzado, las víctimas de delitos sexuales prefieran el silencio o renunciar a que se les haga justicia. ¿Qué mensaje enviamos a los agresores sexuales?

Debemos apoyar y facilitar, aún más, el romper con el silencio y evitar la revictimización. Solo así podremos erradicar la nefasta impunidad en la que se escudan estos infames.