Negros y sudacas

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"A ese negro hay que cortarle la cabeza; a ese negro yo le corto la cabeza". Esas palabras, más otras cargadas de ira y de evidente desprecio, las pronunció el domingo pasado el presidente del club de futbol español Atlético de Madrid, Jesús Gil y Gil.

Iban dirigidas contra el colombiano Adolfo Tren Valencia, por un iracundo dirigente, cuyo equipo se halla en los últimos lugares de la tabla y lucha -desesperadamente- por evadir el fantasma del descenso a la Segunda División.

No es la primera vez que el alcalde marbellino es noticia por sus exabruptos, máxime que en las últimas temporadas la constante del Atlético ha sido la irregularidad. Su presidente, pues, ha sido el gran protagonista, lo cual dice todo.

Sin embargo, la andanada contra Valencia ha motivado fuertes críticas que trascienden el campo deportivo. Por un lado (aunque ahora Gil alega que lo citan "fuera de contexto"), esas expresiones tienen una evidente carga de racismo y xenofobia; por otro, implican una incitación a la violencia en momentos en que en Europa se adoptan fuertes medidas y sanciones para castigar a los vándalos que siembran destrucción y muerte en los estadios.

Muy preocupante, además, pues en España hay grupúsculos que alientan esos odios. Hace más de un año, cuando el Real Madrid sopesaba varios nombres para escoger a su nuevo entrenador, entre quienes se citaba al colombiano Maturana y al argentino Valdano (el elegido, que tiene al club en un cómodo primer lugar), aparecieron en las paredes del estadio Bernabeu leyendas que proclamaban: "No queremos ni negros, ni sudacas (suramericanos)."

El deporte no está exento de burdas manipulaciones, detrás de las cuales se alientan, a menudo, las más bajas pasiones. Hay que cuidarlo para que pueda servir, como se lo propuso el barón Pierre de Coubertin, como vehículo de sana competencia y de confraternidad entre los pueblos.