Los tres pecados de la actual política monetaria

Mientras el Banco Central peca de tres maneras distintas, los costarricenses y empresarios rezan para sobrevivir

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Costa Rica acumula ya 10 meses de inflación negativa, y si bien a primera vista puede parecer positivo (porque teóricamente incrementa el poder adquisitivo de los consumidores), es importante tener en cuenta que, como bien dice el refrán, el culantro es bueno pero no tanto.

Hay que recordar que los precios son fundamentales en una economía, ya que brindan información a los agentes económicos para la toma de decisiones. Se muevan en una u otra dirección, sus variaciones envían señales sobre la asignación de recursos, consumo, ahorro, producción y, por ende, influyen en el crecimiento de un país.

La caída prolongada en los precios de los bienes y servicios muchas veces disfraza algunos males. Por mencionar algunos, una débil demanda interna que significa un menor consumo de bienes y servicios de las familias y, por consiguiente, caída en las ganancias de las empresas, lo cual lleva a una posposición de inversiones y, como consecuencia, una menor contratación de personal.

Aunque no hay datos que respalden que el país está en un círculo deflacionario, pareciera que cada vez más nos estamos acercando a uno.

La confianza de los consumidores se ha estancado en las últimas mediciones, las importaciones están creciendo sustancialmente menos que las exportaciones (señal de un menor consumo) y las expectativas de inflación son una tercera parte de lo que eran hace 12 meses. Inclusive estas últimas están cerca de salirse del límite inferior establecido por el BCCR.

En un esquema de metas de inflación (como el que adoptó Costa Rica en el 2006) el Banco Central busca que la inflación esté lo más cercana posible a la meta definida. El Banco puede tolerar desviaciones temporales, pero en el caso de que estas sean persistentes utilizará sus herramientas de política.

Si la inflación está por encima del rango meta, acude a una política monetaria restrictiva, pero si está por debajo, acude a una política monetaria expansiva.

Tan malo es estar por encima como estar por debajo del rango meta por un período prolongado. ¿Por qué? Bueno, porque no solo el Banco incumple su meta y objetivo principal, sino que también compromete uno de los activos más importantes de la banca central: su credibilidad.

Primer pecado: obsesión por una inflación baja

En los últimos dos años, hubo choques externos que afectaron, primero, la senda de precios al alza y, luego, cuando estos se disiparon, cambiaron la senda de la inflación hacia la baja.

La menor inflación en los principales socios comerciales y la caída del tipo de cambio fueron elementos que influyeron de forma significativa en la reducción de precios, aunque no se pueden descartar los efectos de la política monetaria restrictiva.

El BCCR incrementó su tasa de política de forma fuerte y rápidamente, a la misma vez que redujo la liquidez en el sistema financiero (con el incremento en el encaje mínimo legal del 12 al 15 %).

Aun cuando estas acciones lograron el efecto deseado (cambiar la senda en el ritmo de crecimiento de precios), tuvo efectos en el desempeño del régimen definitivo (el 85 % de la economía que no está en zonas francas), en el crédito para el sector privado y la capacidad de los agentes de transar.

Esto se observa claramente en condiciones financieras que han sido restrictivas durante más de 22 meses, de acuerdo con el índice de condiciones financieras del BCCR.

El problema, según nuestro criterio, es que el Banco Central se concentró tanto en tener una inflación baja y a cualquier costo que no se percató de que pecó al crear las condiciones que explican, en buena parte, la caída del tipo de cambio, la persistente inflación negativa y, por ende, la desaceleración de la economía.

Segundo pecado: exceso de cautela

El Banco Central ha sido enfático en que existe el riesgo de una dolarización rápida y desordenada de los portafolios y salida de capitales, y que tales acciones alimenten nuevamente las expectativas de inflación por la vía del ajuste al alza del tipo de cambio.

A pesar de que hemos señalado que la preocupación es, hasta cierto punto, válida, nos parece que el Banco peca de ser muy cauteloso.

Como bien señaló Rodrigo Cubero, es necesario recordar la relación inversa entre la tasa de interés y el tipo de cambio. Este último debe verse como parte del mecanismo de transmisión con el cual el BCCR puede nuevamente converger a su rango meta de inflación. Después de todo, movimientos al alza en un esquema de flotación administrada son usuales y no necesariamente deben verse como riesgos.

Incumplir mes tras mes con la meta de inflación y el manejo de sus instrumentos de política lo expone a seguir perdiendo credibilidad. Para la autoridad monetaria, es muy costoso perder la efectividad de sus instrumentos, ya que compromete la estabilidad financiera.

Cabe recordar que la confianza tarda un buen tiempo en construirse, pero puede perderse muy rápidamente. ¿Es este nuestro caso?

Tercer pecado: la trinidad imposible

En economía, el concepto de trinidad imposible establece que no se pueden controlar simultáneamente tipo de cambio, inflación y la entrada o salida de capitales.

En el momento en que el BCCR escoge no reducir la TPM y usar otras herramientas para que el tipo de cambio no se mueva, y no se dé la salida de capitales, está escogiendo automáticamente dos de las tres. ¿Estamos entonces en un esquema de metas de inflación o en un esquema de metas de tipo de cambio?

Su objetivo primordial, según la Ley Orgánica del BCCR (estabilidad de precios), pasa a un segundo plano y, por tanto, termina incumpliendo sus mismas reglas de política.

La inflación tiene espacio para subir: en los últimos 10 meses ha estado por debajo del menos 1 %, el límite superior del rango meta es un 4 %. ¿Por qué exponer la economía a la posibilidad de un círculo deflacionario y a una fuerte pérdida en la competitividad?

El que peca y reza empata

Nosotros no creemos que explícitamente haya un manejo de política adrede para que la inflación se volviera negativa. El BCCR puede haber pecado por acción o por omisión. El caso es que se crearon condiciones financieras para que la inflación se mantenga negativa y el tipo de cambio continúe bajando.

Mientras buena parte del país está rezando para sobrevivir a los problemas que ya se están vislumbrando en varios sectores, el que más debería estar rezando por un cambio no lo hace. ¡Empatar con esa actitud es muy difícil!

El BCCR parece haber escogido hacer la vista gorda a las consecuencias económicas de su política monetaria innecesariamente restrictiva.

No está de más recordar que una buena banca central consiste en interpretar bien la información del entorno, comunicarse de manera eficaz con los sectores y garantizar la estabilidad económica y financiera a largo plazo. ¿Será que estamos volviendo a la banca central del ayer?

Costa Rica registra una caída en la cantidad de ocupados, alta inseguridad, desaceleración de la recaudación tributaria, menor dinamismo externo y débil crecimiento en el régimen definitivo. En fin, un banco que no actúa ni tampoco comunica bien, ni chicha ni limonada. Como dice sabiamente nuestro pueblo, que Dios nos agarre confesados.

Los autores son economistas.