Los ticos y las ‘varas’ de Ortega

Somos los costarricenses, nada más, quienes tenemos el sagrado deber de defender lo nuestro.

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Después de la sangrienta guerra civil del 48, Costa Rica se sentía segura sin ejército porque confiaba en la Organización de Estados Americanos (OEA) para su defensa ante los dictadores de derecha que la amenazaban. Pero ya para el 2017 se hizo evidente que la OEA fracasó en cumplir con su razón de ser. No garantiza la protección de la democracia en el continente.

Ante esta alarmante realidad, los costarricenses no están poniendo atención al proceso que se está gestando en nuestra frontera norte y que Daniel Ortega califica como el “fortalecimiento y modernización” de su Ejército.

En agosto del 2014, anunció la compra de 20 helicópteros, en setiembre envió una orden de compra de seis poderosas fragatas artilladas equipadas para el ataque y en el 2016 anunció la compra de 50 tanques de guerra rusos. Esta perturbadora carrera armamentista no es un tema de campaña en las elecciones presidenciales del 2018.

Es innegable que los ticos no parecen estar muy preocupados. Pareciera que creen que solo son “varas” de Ortega. Se escudan en la negación y en las mentiras. Los políticos los tranquilizan con engaños de que una mera declaración de neutralidad desarmada nos va a proteger de los enemigos de nuestras instituciones.

Nos hacen creer que instituciones internacionales como la OEA vendrán a poner sus muertos para que nosotros no vayamos a tener que poner los nuestros ante una agresión externa o interna.

Realismo. Pretendo tratar de ofrecer una dosis de realismo en este desagradable ambiente de embustes. Un ambiente de mentiras disfrazadas con artificio para que no se note que son falacias como la de que, de una manera milagrosa, “la trocha” o la neutralidad van a defendernos de la agresión sandinista.

Estamos amenazados por Ortega, quien ha probado ser un hábil y osado demagogo con sueños revolucionario de grandeza que pretende el socialismo del siglo XXI para nuestro país y que, además, nos anticipa una grave amenaza a nuestra integridad territorial.

La indefensión siempre ha sido una tentación para potenciales agresores y estamos indefensos. La ineficacia de la OEA quedó evidenciada cuando la Asamblea General celebrada en Cancún, México, en junio del 2017, fue incapaz de consensuar una condena contra la dictadura de Maduro en Venezuela.

Pese a necesitar el apoyo de solo 23 de los 34 miembros, la moción para castigar a Maduro obtuvo solo 20 votos. No fue posible la aplicación de la Carta Democrática.

Ya fuimos víctimas de una agresión. Una madrugada, soldados nicaragüenses ingresaron en una zona de isla Calero. Fue una clara violación de la soberanía de Costa Rica, reconocida el 15 de octubre del 2013 por el diplomático nicaragüense Argüello. Soldados nicaragüenses abrieron dos canales a través de la isla para modificar el curso del río y cambiar la frontera entre ambas naciones.

Página amarga. En un artículo de opinión publicado en La Nación, (“Nuestra causa”) del 21 de setiembre del 2011, el canciller Enrique Castillo, refiriéndose a isla Calero, nos enfrentó a la realidad. Dijo: “Entre octubre y noviembre del año pasado, Costa Rica vivió una de las páginas más amargas de su historia reciente (…). La ocupación del territorio costarricense en isla Portillos se convierte en un flagrante acto de violación de la soberanía e integridad territorial de Costa Rica (…). Cada quien que ha ocupado la silla que hoy me honro en llenar, ha hecho los esfuerzos que ha estimado que son los necesarios a la luz de las realidades imperantes y de los desafíos que el débil sistema multilateral nos impone para proteger nuestra soberanía”.

En una entrevista con periodistas de La Nación, ese mismo 21 de setiembre, se le preguntó al canciller: ¿Se pudo haber evitado el conflicto con Nicaragua? Respondió: “Yo no lo creo. Yo creo que Nicaragua esto lo planeó, con mala fe, con mucha anticipación y pasó a la ejecución cuando pensó que el momento era favorable: el período de transición de un gobierno a otro (…). Nicaragua tenía esa determinación, tarde o temprano lo iban a hacer porque lo que Nicaragua hizo es acudir a las vías de hecho y Costa Rica no tiene recursos militares para impedir una acción para las vías de hecho”. Se le preguntó: ¿Sigue estando el gobierno de Nicaragua entre nuestros enemigos como dijo la presidenta? “Yo creo que tenemos que considerarlo como un enemigo mientras sigan usurpando”.

Los antecedentes de los designios de los comandantes sandinistas y –de Daniel Ortega Saavedra en particular– de una agresión a Costa Rica se remontan a 1988.

En un documento calificado como “secreto” de la sesión extraordinaria n.° 47 de la Dirección Nacional del Frente Sandinista de Liberación Nacional sobre estrategia para 1988 y firmado por Daniel Ortega Saavedra, comandante, se refieren a Costa Rica diciendo, entre otras cosas: “Continuaremos dando apoyo e instrucción militar a los revolucionarios costarricenses para mantener abiertas nuestras opciones(…) (pero) nos opondremos a cualquier aventurerismo de algunos grupos por la toma del poder prematuramente”. ¡Patria libre o morir!

Costa Rica comunista. En otras palabras, la estrategia del frente sandinista es montar un gobierno comunista en Costa Rica. Pero todavía no. Primero es necesario fortalecer y modernizar su ejército.

El expresidente Luis Alberto Monge relata que “Cuba (y la URSS) estaban empeñados en que el comunismo se impusiera por la fuerza de las armas en Centroamérica y, para ello, contaban con el régimen sandinista (…). Fidel Castro había enviado a un general condecorado de las guerras en África, Oswaldo Ochoa, para que desde Managua articulara ese designio. La tesis del comunismo era que la única forma de escalar el conflicto regional era provocar un conflicto fronterizo con Costa Rica, para justificar el ingreso del Ejército sandinista al territorio nacional (…). Dos veces, el Ejército sandinista estuvo al lado del río San Juan y por Peñas Blancas, dispuesto a invadirnos”.

Daniel Ortega declaró la noche del 3 de setiembre del 2013 que la anexión de Nicoya a Costa Rica no fue “una transición pacífica, de hermandad”, sino producto de la “fuerza de las armas”, de una “ocupación militar”.

Significativamente, hizo esta declaración ante el griterío de miles de más de 14.000 soldados sandinistas en la celebración del 34.° aniversario de la fundación del Ejército de Nicaragua.

Disimuló un poco la cosa diciendo que acudiría a la Corte Internacional de Justicia de La Haya para lograrlo. Pero, en la realidad, está esperando el momento apropiado para “provocar un conflicto fronterizo con Costa Rica para justificar el ingreso del Ejército sandinista al territorio nacional”, afirmó Luis Alberto Monge.

Somos los costarricenses, nada más, quienes tenemos el sagrado deber de defender lo nuestro, nuestra tierra y nuestras instituciones. Son quienes aspiran a ejercer la responsabilidad de gobernarnos quienes tienen la obligación de decirnos con qué fuerza vamos a disuadir que seamos víctimas de una nueva y más inconmensurable agresión.

El autor es médico.