Los rehenes de Ortega

Las nuevas afrentas no van dirigidas solo contra protagonistas electorales y nacionales

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La represión alcanzó dimensiones alucinantes en Nicaragua. «Es la noche de los cuchillos largos tropical», dijo Laura Chinchilla. Del inaudito encarcelamiento de dos candidatos electorales, reprensible como era, el tirano pasó a encarcelar a casi todos y, sin sentencia judicial firme, a inhibirlos de facto. No le bastó. Su desafío a la comunidad internacional se transmutó en danza macabra de capturas. La escalada de la represión apunta más lejos que al sabotaje electoral. Para eso, habría bastado inhibirlos con tribunales obedientes y leyes escritas a su conveniencia. ¿Para qué, entonces, arrestarlos? ¿Qué gana el dictador con un descaro aún más condenable?

Las nuevas afrentas no van dirigidas solo contra protagonistas electorales y nacionales. Eso se confirma con la orden de captura de voceros calificados de la empresa privada, como José Adán Aguerri, del Cosep; y Mario Arana, de AmCham; o el cautiverio de Violeta Granera, de la sociedad civil; y de José Pallais, negociador de las jornadas de abril del 2018. «Ortega se pasó de la raya», afirmó Carlos Fernando Chamorro. Es verdad. Pero es más que eso.

Me cuesta ver solo irracionalidad en esas acciones. Mucho menos fragilidad. Ortega no necesita validar sus credenciales de tirano. Si hay descaro en quien se sabe impune, también cabe un propósito sombrío en la antesala de una legislación cortada a la medida contra Ortega, en el Congreso de Estados Unidos. La Renacer Act plantea coordinación internacional contra la corrupción y el fraude electoral, que incluye frenar la intervención rusa en Nicaragua. En ese trance, el régimen se apodera de figuras de calidad y los toma como rehenes para negociación futura.

Ortega es un viejo zorro, imagen viva del cuento medieval de quien mandaba a quebrar ventanas para luego negociar repararlas. Ortega se siente fuerte, con la OEA dividida, Biden acosado por conflictos más apremiantes y la comunidad internacional debilitada. Calculó el momento propicio para un golpe de gracia. Ahora tiene rehenes que fortalecen su capacidad de extorsión. El sufragio fraudulento va. La farsa electoral sigue su curso. La oposición se autolimitará, por exclusión, al candidato que al dictador le convenga. Entonces, la noche se hará cada vez más negra. Justo antes de amanecer, es cierto, pero no se sabe cuándo.

vgovaere@gmail.com

La autora es catedrática de la UNED.