Los aumentos de precios que importan a los pobres

Del 2015 al 2020 los precios de los alimentos se mantuvieron relativamente bajos y estables, pero se dispararon en promedio el 28% en el 2021

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La pregunta sobre cómo controlar mejor la inflación ha regresado a la agenda de política económica y la opinión está dividida respecto de cómo abordarla. La visión convencional hace hincapié en la necesidad de políticas monetarias más ajustadas y considera que tasas de interés más altas y una provisión reducida de liquidez están justificadas, aun si atenúan la frágil recuperación económica que está en marcha en muchos países.

Otros sostienen que la inflación es transitoria, a consecuencia de cuellos de botella temporales en las cadenas de suministro y cambios en el mercado laboral, y que se autocorregirá pronto.

En los países ricos, los responsables de las políticas todavía dependen principalmente de herramientas macroeconómicas para hacer frente a la inflación. Pero hay un conjunto de aumentos de precios que es diferente de los demás: la inflación del precio de los alimentos.

Este fenómeno no solo tiene un impacto directo mucho mayor en la vida de la gente, especialmente en las economías en desarrollo; también, refleja causas más complejas, y abordarlo de manera eficiente exige un conjunto completamente diferente de estrategias. Desafortunadamente, los gobiernos no las están discutiendo lo suficiente.

Esta falta de atención es profundamente preocupante. A finales del 2021, el índice de precios de alimentos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) estaba en su nivel más alto en una década y cerca de su pico anterior a junio del 2011, cuando muchos advertían sobre una crisis alimentaria global.

Asimismo, el incremento del año pasado fue repentino: del 2015 al 2020, los precios de los alimentos habían sido relativamente bajos y estables, pero se dispararon en promedio el 28% en el 2021.

Alzas de dos dígitos

Gran parte de este incremento fue impulsado por los cereales: los precios del maíz y del trigo aumentaron el 44% y el 31% respectivamente. Pero los precios de otros alimentos también: los del aceite vegetal alcanzaron un pico récord durante el año, el azúcar subió el 38% y los incrementos de los precios de la carne y de los productos lácteos, aunque menores, fueron de todas maneras de dos dígitos.

La inflación de los precios de los alimentos supera el aumento del índice de precios general, y es aún más alarmante dada la caída significativa de los ingresos salariales de los trabajadores durante la pandemia, especialmente en países de bajos y medianos ingresos.

La combinación letal de alimentos más caros y menores ingresos está produciendo incrementos catastróficos del hambre y la desnutrición.

Existen muchas razones posibles para el alza de los precios de los alimentos. Algunas son sistémicas. Los problemas de las cadenas de suministro —especialmente con respecto al transporte— han sido un factor significativo que impulsó los aumentos de los precios para un amplio rango de materias primas. En consecuencia, los precios de los granos subieron rápidamente en el 2021, a pesar de una producción global récord de casi 2.800 millones de toneladas.

Los precios de la energía también son influyentes a la hora de determinar el costo de producir y transportar los alimentos. El gran incremento de los precios del petróleo en el 2021 obviamente afectó el costo de los alimentos, que tuvieron que asumir los consumidores.

Efecto del cambio climático

Por otra parte, los episodios climáticos extremos más frecuentes hacen que la producción de cultivos sea más volátil y reducen las ganancias. Algunos aseguran que los precios de las materias primas agrícolas tan disparatados, como el café brasileño, las papas belgas y los guisantes amarillos canadienses (hoy muy utilizados por la industria alimentaria para producir sustitutos de la carne basados en plantas), aumentaron marcadamente el año pasado después de que episodios climáticos inducidos por el cambio climático minaran la producción.

En marzo del 2021, la FAO advirtió de que los desastres relacionados con el clima cada vez más frecuentes incidían en los suministros agrícolas. Las sequías son la mayor amenaza: representan más de un tercio de las pérdidas de cultivos y ganado en países de ingresos bajos y medios bajos. Pero las inundaciones, las tormentas, las pestes, las enfermedades y los incendios forestales también se han vuelto más intensos y generalizados, como quedó en evidencia el año pasado.

En los próximos años, podemos prever una mayor presión relacionada con el clima sobre la producción de alimentos. Las regiones en desarrollo en Asia y África probablemente sean las más castigadas.

Las amenazas para la producción de alimentos generadas por el riesgo climático subrayan la necesidad de una mayor cooperación internacional para abordar el calentamiento global y sus consecuencias. Tristemente, esa colaboración parece poco probable.

Políticas y regulaciones

Pero algunos de los otros factores que contribuyen a los aumentos de los precios de los alimentos son el resultado directo de cambios de políticas y regulatorios.

Estos incluyen el significativo incremento en el almacenamiento de gobiernos y consumidores, generado por temores de que las nuevas olas de la pandemia ejerzan una mayor presión sobre los suministros de alimentos. La expectativa de futuros incrementos de los precios de los alimentos luego se vuelve autocumplida, debido a la mayor demanda actual.

En noviembre pasado, la FAO estimó que la cuenta global de importaciones de alimentos en el 2021 sería la mayor de la historia, en más de $1,75 billones, un alza del 14% con respecto al 2020 y un 12% más alta que el pronóstico de la FAO de hace apenas unos meses.

Estas son malas noticias para las economías de bajos ingresos, que pueden tener requerimientos de importaciones de alimentos más apremiantes que otros países, pero que podrían quedar fuera de los mercados globales por la mayor demanda.

El otro factor de peso es la especulación financiera en los mercados alimentarios, que recientemente ha resurgido. Las materias primas se convirtieron en una clase de activo después de la desregulación financiera en Estados Unidos a comienzos del siglo XXI, y hay pruebas contundentes de que esto desempeñó un papel importante en la desestabilizante volatilidad de los precios de los alimentos del 2007 al 2009.

En los últimos años, esas materias primas se habían vuelto menos atractivas para los inversionistas, pero cambió durante la pandemia.

A pesar de la gran volatilidad, las posiciones largas en los principales mercados de materias primas alimentarias fueron importantes y positivas durante gran parte del 2021, lo que sugiere que los inversionistas financieros esperaban que los precios subieran.

El volumen de estas inversiones creció sustancialmente el año pasado, a causa de vacíos regulatorios persistentes y a la disponibilidad de crédito barato para las instituciones financieras.

A diferencia de algunas de las fuerzas más sistémicas que afectan la oferta y los precios de los alimentos a mediano plazo, los responsables de las políticas podrían fácilmente tratar las cuestiones de la acumulación y la especulación. Pero eso exige que los gobiernos acepten que esos son problemas, y promuevan la voluntad para resolverlos.

Hasta que no lo hagan, la inflación de los precios de los alimentos seguirá golpeando más a los pobres del mundo.

Jayati Ghosh, secretaria ejecutiva de International Development Economics Associates, es profesora de Economía en la Universidad de Massachusetts Amherst y miembro de la Comisión Independiente para la Reforma de la Fiscalidad Corporativa Internacional.

© Project Syndicate 1995–2022