Lecciones por aprender

Uruguay sobresale en América Latina como una de las sociedades más igualitarias y la clase media que llega al 60%

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El contrato social tiene como objetivo una vida satisfactoria. Sistemas y políticas son solo medios para alcanzar el sueño común de vivir bien. Para ello, no basta el progreso económico, que nunca es ni automático ni equilibrado. No llega a todos por igual, y para muchos ni siquiera llega. Por eso, la pobreza rompe el tejido colectivo como violación de ese pacto esencial. La carencia de recursos está siempre al acecho de la estabilidad de todo sistema.

China erradicó la pobreza. También lo hizo Uruguay. Ambos son para nosotros desafíos paradigmáticos. ¿Qué tienen en común realidades tan diferentes? Aquí entra la política para compensar asimetrías de crecimiento: educación para la empleabilidad, promoción productiva endógena, desarrollo territorial sin periferias abandonadas a su suerte y políticas sociales eficientes que aseguren acceso universal a ingresos, salud y vivienda.

Según el Banco Mundial, la tasa de incidencia de la pobreza en China pasó del 49,8% en el 2000 al 0% en el 2020. Desde 1980, eso significa 800 millones menos de pobres. Seamos claros, el crecimiento económico aumentó la desigualdad y su índice de Gini pasó de 38,7 en el 2000 a 43 en el 2010. Bajo dinámicas de mercado, la desigualdad habría seguido creciendo.

Pero no fue así. Políticas públicas lograron un equilibrio más equitativo, pero no hacia abajo, sino hacia arriba. En el 2020, con mayor crecimiento, la desigualdad regresó al 38,2. Pero los ingresos de hogares aumentaron y la clase media era ya el 12%. Su poder adquisitivo global es mayor que el de la clase media estadounidense.

Sin niveles tan espectaculares como en China, Uruguay sobresale en América Latina. Aumentó la riqueza y, con ella, desigualdad, pero sus políticas públicas compensaron los desequilibrios del mercado. Es una de las sociedades más igualitarias de la región, con una clase media que llega al 60%.

En ambos casos, estamos frente a círculos virtuosos de políticas públicas: se fomenta la inversión y el crecimiento económico, y frente a desigualdades originadas por esta dinámica, la intervención política asegura mayor equidad y aumento de ingresos.

No nos comparemos con China. Son otras dimensiones. Pero si vemos a Uruguay, tan parecido a Costa Rica, ¿por qué no aprender?

vgovaere@gmail.com

Velia Govaere, exviceministra de Economía, es catedrática de la UNED y especialista en Comercio Internacional con amplia experiencia en Centroamérica y el Caribe. Ha escrito tres libros sobre derecho comercial internacional y tratados de libre comercio. El más reciente se titula “Hegemonía de un modelo contradictorio en Costa Rica: procesos e impactos discordantes de los TLC”.