Las claves del cemento

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

La comisión que investiga los créditos del Banco de Costa Rica a Sinocem y Coopelesca está obligada a llegar hasta las últimas consecuencias. Sin embargo, tanto ella como la Asamblea Legislativa en general deben tener un gran cuidado: evitar que de tanto sumergirse en cemento queden convertidos en un bloque inmóvil.

Existen dos riesgos de distorsión o parálisis particularmente serios en la coyuntura actual. El primero es que el abanico de recriminaciones no discrimine entre grados de responsabilidad, pierda el foco de los elementos centrales e impida dilucidar la clave: el entramado y uso del tráfico de influencias para lograr tratos atípicos (y quizá irregulares) en la concesión de los empréstitos. El segundo, que este embrollo, que sobre todo apunta al Ejecutivo, margine una gran urgencia del país — su crisis fiscal— y haga imposible cualquier acuerdo para evitar la catástrofe.

Por lo que he leído, los contactos de don Juan Carlos Bolaños (Sinocem) fueron de tres tipos: unos, para involucrar políticos y altos funcionarios en una red multiuso de favorecimiento; otros, para que algunos de sus actores modificaran normas sobre la importación de cemento, con impacto general y beneficio particular; finalmente, aquellos que lo ayudaron a presionar, saltar sobre los procedimientos y recibir trato especial, administrativo y bancario. Aquí veo la madre de todos los cementos.

Sobre Coopelesca, un gran tema es por qué concertó lo que parece un pésimo negocio: comprar a la empresa Holcim un proyecto depreciado en su valor material y capacidad de generación eléctrica; otro, el conflicto de intereses de don Alberto Raven (directivo del banco, fiscal de Holcim y socio del bufete que realizó la operación); finalmente, si el BCR incurrió en falta al otorgar el financiamiento.

Si la comisión se centrara en estos ejes, quizá podría llegar al fondo de ambos temas, con responsabilidad y rigor. Pero a este gran aporte añadiría otro: despejar el camino para retomar las paralizadas negociaciones fiscales entre el Ejecutivo, el Legislativo y los partidos. Su complejidad es casi épica, porque no basta con abordar gastos e ingresos, sino también reformas sistémicas que eviten la pronta repetición de la crisis. Y esto es mucho más complejo que fraguar concreto.

(*) Eduardo Ulibarri es periodista, profesor universitario y diplomático. Consultor en análisis sociopolítico y estrategias de comunicación. Exembajador de Costa Rica ante las Naciones Unidas (2010-2014).