La misión de Kamala Harris

Es la misma que Obama le encomendó a Biden cuando este fue su vicepresidente y nada pasó

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

«De dos en dos, de diez en diez, de cien en cien, de mil en mil, por los caminos van los campesinos», decía Pablo Antonio Cuadra, y añadía: «De dos en dos los hijos han partido, de cien en cien las madres han llorado».

La marea centroamericana huye hacia el norte. Cuando masas inmensas abandonan el terruño y asumen el riesgo incalculable de una dantesca travesía, sus pasos escriben cuadernos de dolencias de un fracaso civilizatorio. Viviente condena de historias de abandonos escapan de realidades insoportables. Angustiados por violencia, desempleo, corrupción y azuzados por el hambre que todo lo resume, en caravanas emprenden el viacrucis de sus esperanzas marchitas.

Biden encomendó a Harris atender la crisis migratoria con ayuda al triángulo norte. Obama encomendó a Biden atender la crisis migratoria con ayuda al triángulo norte. ¿Dije alguna vez que Estados Unidos parece condenado a repetirse? Ahora se ofrece más, pero es de lo mismo. Poco tendría que estudiar Kamala para entender que ninguna cantidad de dinero podrá desenraizar las estructuras de poder de élites militares y corruptas argollas políticas. El capitalismo de compadres en democracias de papel se frota las manos con el maná prometido.

Trump se nutrió de xenofobia. Biden alimentó su victoria con promesas humanistas frente al flujo migratorio. Su triunfo fue un campanazo de salida. Las fronteras se llenaron y las caravanas siguen. El trumpismo se frota las manos calculando reparar heridas con el odio al migrante. Las elecciones de medio período pueden trastocar el humanismo de Biden en derrota legislativa. Perdería su escasa mayoría. Nuevos grises fascismos nublan un horizonte demasiado cercano. Una catástrofe.

Biden lo sabe. Su única salida es mejorar las condiciones de vida centroamericanas. Pero ese infierno no se apaga con $4.000 millones para superar tantas vulnerabilidades. El poderoso caballero don dinero no lo es tanto, porque la inversión social toma tiempo. Biden no lo tiene.

Sin cambios profundos en las estructuras de poder, no habrá cómo frenar la corrupción, detener el crimen, atraer inversiones y estimular el progreso. ¿Cómo se baila ese trompo en una uña? Es la misión de Kamala. Bon courage!

vgovaere@gmail.com

La autora es catedrática de la UNED.