La librería digital

El libro impreso es como la cuchara, el martillo, la rueda o las tijeras

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Como me interesa lo que escribe el historiador británico Ian Kershaw, me apuré a comprar su último libro. Tiene un título muy largo, que resumiré así: Personalidad y poder. Di por sentado que la edición impresa no está en el país, y entonces acudí a un medio digital para comprarlo.

Aquí lo tengo. Manejo torpemente esta tableta, y el libro se confunde con muchos otros que he comprado, leído u olvidado. Mal negocio, aunque sale más barato. A diferencia de las ediciones en papel, que son tangibles y cuya realidad puede comprobarse no solo con la vista, sino también con el tacto, el olfato, el gusto y el oído, los libros electrónicos se ocultan tras la cubierta de un dispositivo más o menos enigmático y no hay modo de saber que están ahí por su sola presencia.

Del libro impreso cabría decir, parafraseando a Umberto Eco, que pertenece a la misma categoría que la cuchara, el martillo, la rueda o las tijeras: una vez inventados, no se puede hacer nada mejor.

Para empezar, ¿es tan bueno leer, como dicen? ¿No es una forma evasiva de afrontar lo que existe y engañarse con lo que no existe? Alguien piensa que la gente que lee se oculta, ocultan quiénes son, y que la gente que se esconde no siempre aprueba su modo de ser. Pero otro arguye que desde que existe el libro ya nadie está completamente solo, pues tiene al alcance de su mano el presente y el pasado, el pensar y el sentir de toda la humanidad.

Amos Oz, novelista israelí, cuenta que de niño quería ser libro: no escritor, sino libro; se puede matar a las personas como hormigas y también a los escritores, pero un libro, aunque sea eliminado sistemáticamente, tiene la posibilidad de que un ejemplar se salve y siga viviendo eterna y silenciosamente en una estantería olvidada de cualquier biblioteca perdida.

Bien: el libro electrónico es más portable, se puede meter en el bolso una biblioteca completa; es más asequible, lo podemos adquirir desde la casa en pocos segundos; es fidedigno, porque en nada difiere del libro impreso, salvo acaso en las ilustraciones; y es más económico, cuesta apenas un tercio del otro.

Pero ¿cambiaría yo la cuchara, el martillo, la rueda o las tijeras por algo mejor?

carguedasr@dpilegal.com

Carlos Arguedas Ramírez fue asesor de la presidencia (1986-1990), magistrado de la Sala Constitucional (1992-2004), diputado (2014-2018) y presidente de la Comisión de Asuntos de Constitucionalidad de la Asamblea Legislativa (2015-2018). Es consultor de organismos internacionales y socio del bufete DPIlegal.