La lección de Keylor Navas

Saúl Weisleder utiliza algunos pasajes de la biografía del portero costarricense que juega en el Real Madrid para plantear que en la vida hay decisiones más allá del éxito, la fama o el dinero.

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Terminó el Mundial. Campeonizó Francia. Las selecciones latinoamericanas, especialmente Brasil y Argentina, estuvieron por debajo de lo esperado; decepcionaron, junto con sus principales figuras. Uruguay, en cambio, revalidó su historia y prestigio como país pequeño que logra resultados muy destacables de manera sostenida. Colombia y Perú no estuvieron mal. México al fin, después de varios años de resultados por debajo de su potencial, llegó a lo que, como mínimo, debe lograr en cada campeonato mundial. Con trabajo y los recursos que posee, la Selección mexicana está obligada a pasar a cuartos de final. Por su parte, Panamá y Costa Rica alcanzaron lo que en esta ocasión podía esperarse. Nuestro país, cada cierto ciclo y haciendo todo bien, debe aspirar a alcanzar dos peldaños más, pero no es fácil.

Soy realista en todo, sin dejar de plantearme aspiraciones por encima de “lo esperable”, pero tengo los pies en la tierra y sé que Costa Rica, en fútbol, puede estar, si acaso, en un tercer nivel.

Comparación. Los resultados anteriores permiten hacer un análisis al relacionar la actividad del fútbol con los elementos socioeconómicos y políticos subyacentes. Es claro, no existe perfecta correlación entre ambos ámbitos, pero sí factores básicos que, sistematizados y relacionados de manera adecuada con elementos coyunturales de las estructuras futbolísticas y calidad de la organización en un país, ayudan a entender lo logrado, plantearse lo posible y definir metas más altas.

En el caso costarricense, tuvimos un entrenador y grupo de jugadores muy dedicados en 1989-1990, un buen entrenador, varios futbolistas destacados en 2013-2014 y mala estrategia e insuficientes “estrellas”, excepto en el partido contra Brasil en este campeonato. Entre esas sobresalió, en primer lugar, Keylor Navas. Merecidamente.

Estilo de vida. Keylor Navas es un buen símbolo para educar a los niños y jóvenes. No repetiré su bastante conocida historia, pero eso nunca debe obviarse. Posiblemente, él no sería lo que ha llegado a ser, como persona integral, sin esas raíces. Sin ese contexto histórico tampoco se puede apreciar correctamente los dilemas que enfrenta y las decisiones que toma.

Hoy todos opinamos sobre lo que debe hacer en caso de que Florentino Pérez y el Real Madrid contraten a otro portero, como Thibaut Courtois, lo cual es posible. Mucha gente dice que debe irse de ese club, que no se merece el trato, pues eso sería un menosprecio, etc.

El propio Keylor ha declarado que quiere quedarse en el Real Madrid (RM), aunque contraten a otro portero. A mí me parece esto una decisión muy inteligente y entendible. Lo concluyo así al tomar en cuenta múltiples aspectos del buen vivir y no solo los asuntos futbolístico y económico de las circunstancias.

Porque, ante todo, Keylor es un gran ser humano. Y esta tesitura y sus metas integrales es lo que algunos analistas y fanáticos no entienden o no consideran. Y, me parece, que Keylor y su esposa sí lo están haciendo.

Madrid es una ciudad amigable, además de bella e interesante. Ahí han establecido su hogar por varios años, sus hijos han estado creciendo y su esposa se ha ido abriendo un espacio profesional. Viven en paz.

Keylor proviene de la zona rural costarricense, de un pequeño pueblo. Su niñez y adolescencia, sin haber sido de miseria, sí tuvo limitaciones. Creo que no entró en contacto con otras culturas distintas a la costarricense sino cuando dejaba su adolescencia. Entiendo que el español es el único idioma que habla bien.

A pesar de la presión de algunos medios españoles (y de otros países), los hinchas del “Madrí” lo quieren, lo respetan y lo apoyan. Se lo ha ganado con su enorme esfuerzo y cualidades. Él y su familia saben todo esto.

Marchar a otro país –europeo, particularmente– es exponer a su familia y a sí mismo a enfrentar una nueva cultura, idiosincrasia, idioma, clima, ambiente. Puede seguir triunfando futbolísticamente, pero ¿y lo demás?

Madurez. Creo que Keylor tiene una visión de largo plazo sobre la vida. El fútbol y la fama se acaban. El dinero –quizá– también. Pero sabe que hay cosas más importantes y lo ha demostrado. Dentro de su humildad y a veces parquedad en sus declaraciones se nota que ha ido madurando y desarrollándose como persona integral. Y esto es lo más valioso. Cuando declara que desea permanecer en el RM está respondiendo, acertadamente, a esto.

También en la política, los negocios y la carrera profesional debe pensarse así. Y tener en ello convicción profunda: la fama y el poder pueden marear y solo personas con valores humanos sólidos pueden blindarse contra esto. Los ejemplos de lo contrario sobran.

Veremos qué ocurre con Keylor, pero ya él y los suyos nos están dando una lección que debemos aprender a comprender y, ojalá, incorporar.

Saúl Weisleder es economista.