La bronca de la Caja

Nadie se la compra, y menos pagando troles

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¿Hace cuánto que el paciente crónico más consuetudinario del sistema de salud es una sierpe que se muerde la cola? ¡Y qué cola! Se alarga hasta los tribunales de justicia, donde la desidia convirtió el desamparo de salud en el derecho humano más reclamado. Por grave que sea la angustia de pacientes empoderados de cobertura, eso ni contempla la mitad de la población en la informalidad que ni tiene derecho al berreo jurisdiccional. Eso somos. Así estamos. Así nos toleramos. Dolorosa experiencia repetida ad nauseam. Las prescripciones se estrellan en ventanillas donde citas para exámenes perentorios están, en enero del 2023, llenas por el resto del año. Dialogadores de procrastinaciones, somos país de conversaciones eternas. Eso, en salud.

Las pensiones, por su parte, son crónica permanente de una aflicción programada. Nada parece detener la calamidad anunciada. Todo confluye en el mar de las catástrofes: los progresos de la medicina que prolonga la supervivencia a edades avanzadas, la disminución de la natalidad que no aporta cohortes juveniles que sostengan el sistema de reparto, los costos ascendentes de tratamientos y medicinas. A esas condiciones estructurales se suman demagogos que fundan su popularidad en favorecer retiros prematuros. Si eso no bastara, tampoco faltan, para colmo, administraciones intempestivas con rendimientos negativos catastróficos de las inversiones de las cotizaciones. Ese es otro tema no falto de advertencias desoídas en la narrativa usual de las opiniones críticas.

Todos los avances civilizatorios de los derechos humanos topan con la condena inevitable de una vejez en desamparo, cuando la ausencia anunciada de ingresos para una senectud digna cabalga sobre los achaques crónicos del envejecimiento cada vez peor atendido por una institucionalidad irremediablemente fallida. No hay margen de error en este diagnóstico. No hay espacio para la fácil promesa política. El bulto de problemas acumulados reventó los silencios oficiales. Un olor nauseabundo de desesperanza se cuela por los corredores.

Esa bronca nadie se la compra, y menos pagando troles. Este es un tema neurálgico. Pero la educación es otro, como también el desempleo, la informalidad y mil demonios más que por eso se llaman legión, en esta democracia enferma, envejecida y agonizante.

vgovaere@gmail.com

Velia Govaere, exviceministra de Economía, es catedrática de la UNED y especialista en Comercio Internacional con amplia experiencia en Centroamérica y el Caribe. Ha escrito tres libros sobre derecho comercial internacional y tratados de libre comercio. El más reciente se titula “Hegemonía de un modelo contradictorio en Costa Rica: procesos e impactos discordantes de los TLC”.