Kurdistán independiente

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La historia de los kurdos de Irak llena páginas de sufrimientos, desde lluvias químicas hasta todo género de vejámenes e incluso la muerte. Por mucho tiempo, regímenes espurios y ejércitos coloniales se encargaron de doblegar y extraer sangre del conglomerado kurdo al norte de Irak.

Hoy día, los kurdos de Irak suman alrededor de seis millones, comunidad que sobrevivió una triste sucesión de dictaduras en Bagdad y los empeños árabes por borrarlos del mapa. Las campañas genocidas de Sadam Huseín marcaron el epílogo de esa cadena de crueldades sin nombre. Y un rayo de luz se abrió paso con la campaña aliada que derrumbó el despotismo imperante.

A raíz de la Guerra del Golfo, las fuerzas armadas de la coalición occidental establecieron una zona de refugio para los kurdos, región que devino en área autónoma para ese conglomerado. Posteriormente, en el 2005, ya con Sadam desaparecido, una nueva Constitución designó al Kurdistán como región federal autónoma. Un nuevo y más claro capítulo se inició para los kurdos quienes finalmente decidieron realizar un plebiscito de independencia. Eso, ni más ni menos, tuvo lugar el lunes, de cara a correntadas contrarias de los países vecinos, de las cinco potencias de la ONU y el coro de las lloronas con turbante.

Una sola voz independiente apoyó a los kurdos, la de Israel. Y la historia se repite: el Departamento de Estado, el sultanato de Turquía y el oscurantista Irak se han combinado para pontificar sobre el terremoto que derivaría de la independencia del Kurdistán.

Esas voces no son nuevas. Resulta inconcebible para los vecinos y otros similares la prosperidad alcanzada por la emergente nación, poseedora de todo un arco de industrias y fuentes petrolíferas. Quizás la independencia del Kurdistán permita a los vecinos comprender que ese éxito se obtuvo gracias a los esfuerzos y el trabajo de los kurdos que viven en libertad y democracia. A tal punto solo le faltaba la independencia, un ascenso justo sellado el lunes.

Nadie podría ignorar hoy que los kurdos de Irak constituyen un bastión de libertad y democracia en la zona. Esta dimensión resulta repugnante para la mayoría de los gobernantes del área. No logran comprender cómo esa gente llegó a ser próspera y libre. La educación, clave del fenómeno, es un misterio en una región donde muy poco de eso importa. Son nuestros fervorosos deseos que la libertad finalmente ilumine a los pueblos desafortunados de Levante.