‘Je suis Charlie’

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Las calles de París han quedado teñidas de sangre en un brutal y cruento acto terrorista en contra del semanario Charlie Hebdo , luego de un ataque por un grupo de extremistas inconformes con la publicación de sátiras sobre Mahoma y el islamismo.

Resulta irónico que el más reciente acto de terror vivido en Europa ocurriera en los alrededores de la calle Voltaire y la plaza de la Bastilla, dos símbolos y referentes de la libertad y de los principios fundacionales de la democracia liberal.

Según los partes policiales, los sospechosos de perpetrar tan deleznable acto de terror son ciudadanos franceses, una realidad que resulta aún más dolorosa para sus conciudadanos, y altamente reveladora de uno de los últimos temores en cuanto a la capacidad de ISIS y otros grupos extremistas de reclutar entre sus filas de fanáticos a ciudadanos de Occidente, lo cual dificultará aún más las labores de inteligencia y seguridad.

Este caso, al igual que sucedió en Dinamarca con la publicación de caricaturas en el periódico Jyllands-Posten a finales del 2005, desnuda la incomprensión de parte de algunos grupos islámicos radicales que rechazan y quieren minar, a través del uso de la violencia, una piedra angular de todo sistema democrático como es la libertad de prensa.

Hoy, los demócratas del mundo debemos unirnos no solo para condolernos de los familiares de las víctimas, así como de los ciudadanos franceses, cuya seguridad se ha visto violentada, sino también para repudiar y condenar todo aquello que atente contra estos y cualesquiera otros derechos y libertades fundamentales.

La condena, sin embargo, debe hacerse con un llamado a la cordura, la tolerancia y el respeto, y a que eduquemos a los pueblos en esa línea, pues son principios también democráticos, para que las responsabilidades por estos hechos sean asignados a sus verdaderos responsables y se valide que estos actos parten de un pequeño grupo de radicales.

Como costarricenses, no pensemos que se trata de un tema lejano. Muy por el contrario, es un asunto crítico y nos concierne. Según el “Informe Anual de Libertades Religiosas” (2013), ese fue un año con uno de los mayores niveles de desplazamientos poblacionales en el mundo por razones religiosas. Sin duda, preocupante.

A 70 años del final de la Segunda Guerra Mundial y del Holocausto, nuestra mejor línea de defensa es la erradicación de cualquier forma de discriminación por razones de etnia, sexo o credo religioso.