Inversiones para un crecimiento inclusivo

Es necesario concentrarse en mejorar la calidad y la cobertura de los servicios de educación y salud

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Los factores que contribuyen al crecimiento económico y las razones que explican sus diferencias entre países constituye uno de los análisis más importantes del campo económico.

Desde que Adam Smith publicó su libro La riqueza de las naciones en 1776, sabemos que el crecimiento está asociado principalmente a la eliminación de barreras al comercio internacional, además de la libre difusión de las ideas y la movilidad de capitales y personas.

En síntesis, se crece no solo por el crecimiento del acervo de factores de producción, sino principalmente por el crecimiento sostenido de la productividad, lo cual se logra mediante la mejora constante de las capacidades domésticas de innovación de las empresas en un entorno macroeconómico estable, un marco institucional eficiente y un Estado de derecho sólido.

En Costa Rica hemos crecido gracias a la inversión en el pasado en educación, salud e infraestructura, así como a la apertura comercial (liberación de las importaciones y promoción de exportaciones mediante la atracción de inversión extranjera directa, restructuración productiva nacional y negociación de tratados de libre comercio), la libre movilidad de capitales y parcial movilidad de personas (aún no tenemos una política migratoria selectiva e inteligente).

Sin embargo, la falta de un conjunto apropiado de políticas de desarrollo productivo (PDP) para la economía tradicional, el deterioro en la cobertura y calidad de los servicios de educación y salud, el rezago en infraestructura, la reorganización de las cadenas globales de valor, la automatización y el creciente desarrollo y uso de inteligencia artificial (IA), son grandes retos para un mayor crecimiento sostenido y, especialmente, inclusivo.

El reto de la inclusividad no solo atañe a los sectores productivos tradicionales, sino también a los trabajadores, en especial a aquellos con bajos niveles de preparación (destrezas). Igualmente, a otros que, aunque calificados, pueden ser desplazados por la IA. Es decir, porque la dirección del cambio tecnológico pareciera ir más de la mano de actividades intensivas en capital y no en la generación de nuevas fuentes de empleo.

En esta coyuntura, ¿qué debemos hacer? ¿Dónde debemos invertir? En mi opinión, vamos en la dirección correcta. Retomamos el camino de la apertura comercial negociando nuevos tratados de libre comercio (Ecuador, Emiratos Árabes Unidos, Israel, Asociación sobre Economía Digital, ingreso a la Alianza del Pacífico y Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico), que incrementarán el acceso de productos costarricenses a nuevos mercados, el flujo de más inversiones (derrames de conocimiento y transferencia de tecnología) y la creación de nuevas fuentes de empleo, en particular de empleos mejor calificados. Además, se trabaja en restablecer el orden en las finanzas públicas para garantizar una mayor estabilidad macroeconómica a largo plazo y en un programa de empleabilidad para incrementar las habilidades técnicas de los trabajadores.

Énfasis en recurso humano

Si bien estos esfuerzos son considerables, la literatura económica y la evidencia empírica enseñan que no son suficientes para un crecimiento alto, sostenido e inclusivo.

Enfocarse solo en estas áreas podría significar malos resultados a largo plazo, ya que no estaríamos reduciendo la pobreza ni la desigualdad (falta de oportunidades) ni el desempleo.

Es necesario concentrarse en mejorar la calidad y la cobertura de los servicios de educación y salud. La literatura y la evidencia empírica, en especial nuestra propia historia, muestran el papel fundamental que este tipo de inversiones cumplen en el crecimiento inclusivo.

Sería conveniente plantear a los organismos internacionales la diferencia entre inversión en este tipo de actividades y el gasto corriente del gobierno, ya que el primero brinda retornos económicos y sociales de gran importancia.

Por ende, deberíamos fijar metas de inversión en este campo, condicionadas a resultados positivos en cobertura y calidad, sin tener que considerar las restricciones fiscales actuales, además de fomentar las alianzas público-privadas para avanzar de forma acelerada, tanto en educación como en salud. Un enfoque similar debería llevarse a cabo en infraestructura.

En cuanto a políticas de desarrollo productivo para la economía tradicional, el reto fundamental es aumentar la productividad fomentando al mismo tiempo aquellas más intensivas en el uso del factor trabajo.

Como precondición para el diseño y ejecución de las PDP, es necesario contar con un programa de inversión en educación y salud, ya que solo mediante la inversión en capital humano es posible incrementar la capacidad productiva de las personas y con ello la productividad de las empresas.

Un programa exitoso de PDP debería atender los retos que enfrentan las empresas en materia de financiamiento (no solo crédito tradicional), innovación y desarrollo tecnológico, servicios de desarrollo empresarial, bajo grado de internacionalización y otros apoyos (por ejemplo, compras del Estado, capacitación, sistema de información empresarial, etc.).

Campos con potencial

Para lograr progresos significativos en todas estas áreas se requieren mejoras institucionales y coordinación entre las múltiples entidades públicas involucradas para que la atención a las empresas sea integral y no en feudos, como en la actualidad. Un consejo nacional de productividad y competitividad es clave.

Algunos analistas sugieren incentivar el uso de la automatización y la inteligencia artificial para el empleo actual y futuro, condicionando la ayuda estatal a la generación de nuevas fuentes de empleo. De vital importancia es un enfoque colaborativo y de oferta de insumos públicos estratégicos, más que de exoneraciones fiscales.

Por ello, la coordinación de esfuerzos tanto a escala nacional como cantonal cobra relevancia. Este tipo de iniciativas no deben contemplar solo a las empresas de menor tamaño (pymes), sino a todo tipo de empresa (enfoque horizontal) y especialmente a las dedicadas a los servicios, ya que es donde se creará la mayor parte de los futuros empleos.

Debemos contar con una estrategia para aprovechar las oportunidades que la reorganización de las cadenas globales de valor presentan al país, la atracción de inversión extranjera directa y sus potenciales beneficios en términos de encadenamientos productivos, derrames de conocimiento, transferencia de tecnología y creación de nuevas empresas.

Sugiero diseñar una estrategia que promueva la creación de nuevas empresas propiedad de trabajadores de empresas de media y alta tecnología que operan en el país, es decir, apoyar a aquellos que deseen invertir en startups y spin-offs. Algo que no hacemos, pero sobre lo cual evidencia anecdótica nos señala su gran potencial.

rmonge@academiaca.or.cr

El autor es presidente de la Academia de Centroamérica.