Ideologías y partidos

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El Partido Liberación Nacional ha abierto un debate interno con vistas a la aprobación de una nueva carta de principios.

La iniciativa es buena: promueve una discusión seria de opciones y planteamientos, y revela una inquietud reflexiva que debería ser más común en nuestra política. Pero puede ser mala si de ella se pretende sacar un texto que, en aras de calmar conciencias, diferenciar a la agrupación o recrear doctrinas, se convierta en un documento cerrado, que reduzca las posibilidades de acción de ese Partido y sus gobiernos.

Los sectores políticos tienen todo el derecho --y hasta el deber-- de definirse claramente y decir qué piensan hacer y cómo. Pero ocurren dos fenómenos importantes:

1. En el ámbito de los principios, son muy pocas las diferencias que imperan en nuestra sociedad; también entre los partidos.

2. Algo parecido ocurre con los métodos y acciones: factores extragubernamentales --llámense mercado, sociedad civil, globalización u organismos financieros internacionales-- limitan mucho la discrecionalidad, salvo que se desee actuar irresponsablemente o con autoritarismo.

La mejor prueba de todo esto es la enorme distancia que hay entre la retórica de campaña de José María Figueres candidato presidencial y las acciones de Figueres presidente.

Quizá, entonces, en lugar de gastar enormes esfuerzos en redactar un documento prolijo que a la larga será camisa de fuerza, no orientación creadora, el PLN debería hacer de la discusión interna una actividad permanente.

Entretanto, bastaría con una carta de principios tan simple como esta: "Buscamos el bienestar de los ciudadanos dentro de un marco de respeto a los derechos individuales, y nos proponemos lograrlo en democracia, por los medios más eficaces y congruentes con este objetivo."