Hacer realidad un Indopacífico libre y abierto

El último texto que escribió Abe antes de ser asesinado el 8 de julio

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

La invasión rusa a Ucrania alteró en forma drástica el entorno mundial de seguridad y plantea serios desafíos a la política de seguridad japonesa.

La invasión de Ucrania, un Estado independiente, es una clara violación del derecho internacional y es absolutamente intolerable. Al principio, algunos expertos, como los representantes de centros de estudio estadounidenses, predijeron que la capital, Kiev, caería en cuestión de días, pero el gobierno y el pueblo de Ucrania no han cejado en su empeño de defender su patria.

Ucrania plantó resistencia a la gran potencia, Rusia. La insistencia en el principio básico de “defender la patria”, acompañada de ayuda militar y financiera a gran escala de los países occidentales a los ucranianos y la imposición de sanciones económicas a Rusia, consiguió en poco tiempo un importante cambio en el rumbo de la guerra.

¿Se habrá imaginado el presidente ruso, Vladímir Putin, que Japón, Estados Unidos y Europa (una coalición de buena voluntad que comparte los valores fundamentales de libertad, democracia y Estado de derecho) se unirían para dar ayuda a Ucrania?

La invasión rusa es prueba de las dificultades extremas en las que puede hallarse un país aislado que tenga que proteger por sí solo su territorio y las vidas y propiedades de su pueblo. En ese sentido, se relaciona con la situación de seguridad de Japón.

Durante mi primer mandato, en el 2007, en un discurso ante el Parlamento de la India titulado “La confluencia de los dos mares”, me aparté de la idea de “Asia y el Pacífico” y presenté un nuevo concepto geopolítico que imaginaba los océanos Índico y Pacífico como un único “mar libre”. Consciente de los intentos de China por obtener la condición de superpotencia militar, también busqué la cooperación con países de Asia que compartieran valores básicos, así como un alineamiento entre Japón, Estados Unidos, Australia y la India.

Por desgracia, al principio Estados Unidos adoptó una postura cauta, en consideración de la postura china en las conversaciones a seis bandas sobre el desarrollo nuclear de Corea del Norte, que se desarrollaban en aquel momento.

La India, atenta a su tradición de no alineación, se mantuvo al margen. Pero con el apoyo del primer ministro australiano John Howard, conseguí poner en práctica un diálogo de alto nivel entre los cuatro Estados mencionados (conocido informalmente como el Cuadrilátero o Quad).

Luego, en el 2016, durante mi segundo mandato, anuncié formalmente la idea de un Indopacífico libre y abierto, en la sesión que tuvo lugar en Nairobi de la Conferencia Internacional de Tokio sobre el Desarrollo Africano (Ticad, por sus siglas en inglés). Más tarde, el presidente estadounidense Donald Trump rebautizó el Comando del Pacífico como Comando del Indopacífico, y Estados Unidos empezó a alinear su estrategia militar y diplomática con la estrategia promovida por Japón.

Derecho internacional

Durante mi mandato y el de Yoshihide Suga, hubo una reunión de ministros de Asuntos Exteriores del Quad y una reunión cumbre, respectivamente. Luego, el 24 de mayo del 2022, el primer ministro japonés Fumio Kishida, el presidente estadounidense Joe Biden, el primer ministro australiano Tony Albanese y el primer ministro indio Narendra Modi se reunieron en Tokio y emitieron una declaración conjunta, que articuló los siguientes principios en relación con la situación regional del Indopacífico:

Defenderemos el respeto del derecho internacional, en particular según se expresa en la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (CDM), y el mantenimiento de la libertad de navegación y sobrevuelo para hacer frente a desafíos al orden marítimo basado en reglas, con inclusión de los mares de China Meridional y Oriental. Nos oponemos firmemente a toda acción coercitiva, provocativa o unilateral tendente a cambiar el statu quo y aumentar las tensiones en el área, por ejemplo, la militarización de accidentes geográficos disputados, el uso peligroso de buques de guardia costera y milicias marítimas, y todo intento de alterar las actividades de explotación de recursos en mar abierto de otros países.

Desde el discurso de la “Confluencia de los dos mares”, he hecho conocer la amenaza planteada por China, y el resultado ha sido fructífero. Incluso el Reino Unido, Francia y Alemania enviaron buques de guerra al Indopacífico. No es exagerado afirmar que el concepto de un Indopacífico libre y abierto se ha vuelto un gran punto de inflexión en la política de seguridad internacional.

Taiwán se encuentra precisamente en el Indopacífico. Pero las crecientes tensiones con China se vinculan con una situación que sucede al otro lado del mundo, en Ucrania.

Ucrania y Taiwán

El conflicto entre Rusia y Ucrania comparte varias características con las tensiones entre China y Taiwán. En primer lugar, Rusia y China son potencias nucleares y miembros permanentes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.

En segundo lugar, Ucrania y Taiwán no son parte de alianzas militares. Pero entre Ucrania y Taiwán hay una diferencia crucial: Ucrania es un Estado independiente con reconocimiento internacional y miembro de la ONU. De ahí la condena mundial a la invasión rusa, como violación del derecho internacional.

Taiwán, por otra parte, no es miembro de la ONU, y pocos países lo reconocen como Estado soberano. Si China avanza sobre Taiwán, Pekín afirmará que es parte de China y dirá que sus acciones apuntan a garantizar su integridad territorial y pertenecen al ámbito interno.

No es seguro que haya una respuesta internacional unida en apoyo de Taiwán, con imposición de sanciones económicas a China, como ha sucedido con Ucrania.

En una conferencia de prensa en Japón, Biden aclaró que su gobierno usará la fuerza militar para defender a Taiwán. Estados Unidos siempre había seguido una política de “ambigüedad estratégica” deliberada, por la que se abstenía de aclarar el alcance de su compromiso con la defensa de Taiwán.

Pero, en mi opinión, una declaración clara del compromiso estadounidense enviaría a China un fuerte mensaje para disuadirla de avanzar por la fuerza sobre Taiwán. Por eso, recibí con agrado las palabras de Biden.

Con el respaldo de su inmenso poder económico, China está ampliando su influencia en varias regiones, al tiempo que construye bases militares. Japón, Estados Unidos, Australia y la India han creado un marco extremadamente importante para contrarrestar la amenaza, pero es necesario profundizar nuestros lazos con países que comparten nuestros valores, incluidos los países europeos.

Japón tiene un papel fundamental que cumplir. Debe fortalecer sus capacidades de defensa, profundizar su alianza con Estados Unidos y hacer realidad la visión de un Indopacífico libre y abierto.

Esta traducción de “Un mensaje a los lectores de la edición japonesa” de Abe Shinzō, con fecha del 10 de junio del 2022, es el último texto que escribió Abe antes de ser asesinado el 8 de julio. Puede hallarse en la edición japonesa de Indo-Pacific Strategies: Navigating Geopolitics at the Dawn of a New Age.

Abe Shinzō fue primer ministro de Japón del 2006 al 2007 y del 2012 al 2020.

© Project Syndicate 1995–2022