Golpear el jamón

Convendría revisar la reglamentación legislativa que permite la obstrucción que excede límites razonables

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Un amigo me decía que el tiempo que ha seguido a la pandemia le tiene en estado de desconcierto y temor. Siento la incertidumbre que seguramente sentía quien jugaba a “golpear el jamón”, consistente en que una persona agachada y con los ojos tapados ha de adivinar quién le golpea en las nalgas.

No sé si para animarlo o coincidir con él le recordé un texto célebre de Joseph Conrad, al principio de “El corazón de las tinieblas”, que tiene que ver con la certidumbre y la confianza. Mientras navegan en una pequeña embarcación, los marineros miran al capitán y contemplan con afecto su espalda cuando él, en la proa, mira hacia el mar. “Parecía un piloto, lo que para un marino viene a ser la personificación de lo confiable. Era difícil darse cuenta de que su oficio no estaba allí, en el estuario luminoso, sino detrás, en la inquietante penumbra”.

¿Hacia dónde vamos, comentó mi amigo, y hay razón para creer que son fiables los pilotos que nos guían?

En esas estábamos mientras ajena a nuestra conversación la Asamblea Legislativa se ha encharcado en las quinientas mociones presentadas para entorpecer el tránsito de un proyecto de ley relativo a materia sensible.

Maniobras como esta enervan la prudencia en el decir y desbordan la emoción en el hablar, al punto de que una importante autoridad judicial, obligada a la objetividad, ha dicho en voz alta que tiene que haber algún tipo de interés detrás de ella. Los marineros, ¿tenemos derecho fundamental a la curiosidad y, en consecuencia, a saber, de qué interés se trata y qué pruebas lo sustentan?

Además, aunque no fuera su intención, la afirmación del funcionario subrayando que la autora del agravio “ni siquiera es abogada” está en consonancia con los beneficios que se atribuyeron en sus días al llamado “parlamento técnico”, órgano legislativo formado por especialistas obedientes ya desterrado donde funcionó. La moraleja, en palabras del historiador Hugh Trevor-Roper, sería que cuando descubrimos la verdad de los hechos, descubrimos la extensión de nuestros errores.

Más allá del asunto concreto, con sentido precautorio convendría revisar la reglamentación legislativa que permite la obstrucción que excede límites razonables. Revisar, al menos, el tratamiento individual o colectivo del derecho de enmienda o la oportunidad de su ejercicio con apego al principio de la división del trabajo.

carguedasr@dpilegal.com

Carlos Arguedas Ramírez fue asesor de la presidencia (1986-1990), magistrado de la Sala Constitucional (1992-2004), diputado (2014-2018) y presidente de la Comisión de Asuntos de Constitucionalidad de la Asamblea Legislativa (2015-2018). Es consultor de organismos internacionales y socio del bufete DPI Legal.