Fútbol femenino

La CCSS pretende cobrar cargas a jugadoras que no tienen salario

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El fútbol es más que un deporte que representa el alma nacional, en el cual desconocidos se unen y abrazan al unísono representando la unión nacional, pero no sucede lo mismo con el fútbol femenino, ahí las brechas de desigualdad son cada vez más evidentes y las convierten en ciudadanas de segunda categoría.

Esta semana, fue un ejemplo, las jugadoras del Herediano recibieron la noticia de que su querido equipo no seguirá más. Las razones son muchas, pero ninguna aceptable para quienes creemos en la igualdad de oportunidades; además, ninguna insuperable si quisiéramos hacer accesible este deporte a las mujeres en igualdad de condiciones que los hombres.

Los 17 objetivos de desarrollo sostenible para el 2030 muestran cómo el deporte es una de las inversiones con mayores réditos para lograrlos, una fuente de creación de riqueza, lucha contra la pobreza (como movilizador social), mejora en la educación a través de la enseñanza de importantes e indispensables habilidades blandas como el pensamiento estratégico, la disciplina, el trabajo en equipo, o bien la resiliencia ante el fracaso y mejora en el trabajo, solo para mencionar algunos.

El golpe de gracia al fútbol femenino proviene de la sed de la CCSS por obtener más recursos y, para ello, pretende cobrar cargas a jugadoras que no tienen salario y que lo más que reciben son “ayudas” de los equipos. A diferencia de los hombres, la más grande de las desigualdades es que a las jugadoras no les pagan salarios.

Por qué no dar un vuelco de 180 grados y proponernos un plan a 10 años plazo que lleve a una verdadera profesionalización del fútbol femenino, con inversión en infraestructura, academias deportivas (semilleros con derechos de cobro por formación), con estrategias ganadoras de mercadeo deportivo y otras iniciativas que han sido exitosas en países como España, en donde este año recogieron las semillas bien plantadas por muchos años con el triunfo del Campeonato Mundial.

Bien manejado, el deporte femenino puede ser fuente de riqueza nacional, pero necesitamos apoyo de instituciones estatales y de la afición, así como alianzas público-privadas, que por cierto resulta paradójico que más del 30 % de los seguidores de los partidos masculinos sean mujeres. Como país, digamos no a la desigualdad.

nmarin@alvarezymarin.com

La autora es politóloga, miembro del Advisory Board del Wilson Center en asuntos para América Latina.