Fe en la política

Cuando frisaba los 83 años, se preguntó a Jorge Luis Borges: ¿Es útil la política, nos sirve, va a dar las soluciones que la gente necesita?

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Cuando frisaba los 83 años, se preguntó a Jorge Luis Borges: ¿Es útil la política, nos sirve, va a dar las soluciones que la gente necesita? Supuse que daría una respuesta negativa, pero ocurrió lo contrario.

Poco más o menos, el escritor repuso afablemente: “Creo que nuestra fe en la política es necesaria; trato de creer; quizá el porvenir dependa de nuestros diversos actos de fe en la política”.

No tengo certeza acerca de lo que significaba para Borges la política a que se refería. Naturalmente, no pretendía acometer una noción académica. Más bien una expresión cuyo sentido se sobrentendía.

En la misma ocasión, el diálogo trajo a colación una cita bíblica, útil para aclarar lo que es la fe, pero no necesariamente la política: la fe es la sustancia de las cosas que se esperan.

Pienso que hay acontecimientos que son puras manifestaciones de poder, pero que no hacen a la sustancia de la política. Pondré un ejemplo. En Nicaragua, informa un periódico español, se dictaron reglas (parece que luego fueron abolidas) que restringen el ingreso al país de cámaras fotográficas, lentes y binoculares de visión nocturna. Esto tiene como objetivo, dice el medio, “cerrar a Nicaragua a cualquier ojo que pueda observar (lo que ocurre) desde fuera”.

La medida, sigue diciendo el periódico, dictada a mediados de este mes por la autoridad aduanera, que la fundamenta en la ley tributaria, es más que una acción destinada a la recaudación de impuestos; en realidad, cumple fines políticos: la obstrucción o el impedimento del trabajo informativo.

Todo lo que se requiere para tomar una medida como esta es disponer del poder para hacerlo, que, solo si conviene, guarda las formas de la legalidad. Esto sugiere la diferencia entre el afán irrestricto de poder, que envanece y envilece, y el talento para la gestión social.

Así, deduzco que la política de la que Borges hablaba no consiste en el ejercicio de la pura voluntad de poder, sino lo que se origina en la aptitud para gestionarlo pacífica y productivamente en la pluralidad, por consiguiente, el talento político es virtud y requisito del liderazgo democrático.

En el primer caso, la legalidad es solo un instrumento circunstancial y ocasional de la voluntad, simple excusa; en el segundo, fuente esencial de legitimación y límite material para la realización del progreso social.

carguedasr@dpilegal.com

Carlos Arguedas Ramírez fue asesor de la presidencia (1986-1990), magistrado de la Sala Constitucional (1992-2004), diputado (2014-2018) y presidente de la Comisión de Asuntos de Constitucionalidad de la Asamblea Legislativa (2015-2018). Es consultor de organismos internacionales y socio del bufete DPI Legal.