Estrategia contra la violencia

Por la violencia que azota al país, no se vale echar la culpa a otros o lucirse con una escolta tipo Rambo

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Una familia de Zapote llora la muerte del pequeño Samuel. Con tan solo ocho años, se convirtió en víctima colateral de la ola de violencia que azota al país.

La madrugada del lunes, mientras dormía al abrigo de su casa, una maldita bala perdida atravesó el techo y apagó para siempre su sonrisa.

El infame proyectil provino de una balacera protagonizada por dos pandillas que pelean el control de la venta de drogas en algunos barrios cercanos.

Muchos inocentes corren el riesgo de que el infortunio también los fulmine durante esas refriegas, que por desgracia se volvieron comunes en varios lugares.

¿Se nos está yendo de las manos la seguridad ciudadana? A juzgar por lamentables hechos como el fallecimiento de Samuel y las estadísticas, hay motivos de sobra para preocuparse.

El año pasado, Costa Rica alcanzó la cifra de 656 homicidios y en este, según estimaciones iniciales del Organismo de Investigación Judicial (OIJ), es posible que ocurran cerca de 900.

Tantos crímenes, inimaginables tiempo atrás en la tierra del “pura vida”, lanzan una señal con amplificador sobre el grave deterioro que ocasionan la delincuencia y el crimen organizado.

Frente a estos indicadores de descomposición social, resalta la urgencia de diseñar una estrategia integral para atacar las causas y consecuencias de un fenómeno que nos afecta a todos.

La falta de dinero siempre surgirá como una barrera. Por ello, es necesario identificar y dar prioridad a las acciones que puedan surtir mayor efecto con los recursos disponibles.

Primero, resulta indispensable que las fuerzas policiales unan esfuerzos en el trabajo de inteligencia para entender las nuevas dinámicas de las estructuras delictivas y golpear con contundencia sus puntos débiles.

En segundo lugar, hay que aprovechar la montaña de informes y diagnósticos que existen sobre poblaciones de riesgo con el fin de tomar acciones concretas que generen oportunidades y la cultura de paz.

La atención de la juventud merece la primacía en este ámbito. El estudio, el trabajo, el deporte, la salud y el afecto son herramientas indispensables para evitar que nuestros muchachos caigan en las tentaciones.

Sin duda, la definición de esta estrategia debe ser la prioridad para las autoridades. Echar la culpa a otros por la violencia o lucirse con una escolta tipo Rambo no frenará el derramamiento de sangre.