Es en serio

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Cuando en su edición de la pasada semana la revista británica The Economist se ocupó de la guerra del aguacate, desatada por nuestro gobierno contra los exportadores mexicanos, no lo hizo para añadir color a su contenido. La razón fue mucho más seria: destacar el episodio (aún inconcluso) como ejemplo del proteccionismo comercial que no parte de los aranceles, sino de otros artilugios; en este caso, supuestas y no demostradas razones fitosanitarias.

La publicación hay que tomarla muy en serio. Más que un prestigioso semanario, The Economist es un ecosistema de información, análisis e inteligencia económica que llega a los principales líderes políticos y empresariales del mundo. Por ende, incide fuertemente en sus percepciones y, a menudo, en sus decisiones.

El artículo califica el cierre a la importación de aguacate Hass de México como “una pieza de burdo proteccionismo ”. Existen muchas razones para entenderlo así. Pero la situación es peor porque los ímpetus y las decisiones contrarios a nuestras obligaciones comerciales internacionales van en aumento.

El vicepresidente y ministro de Hacienda, Helio Fallas, insiste en que, por la desgravación a la que obligan los tratados (para beneficio de los consumidores y de los productores competitivos), ha bajado la recaudación, sin valorar que su impacto en el crecimiento económico la mejora. En aduanas se han multiplicado las trabas a la importación por presuntos “errores” en los documentos para internar mercancías y ha surgido gran oposición a una práctica usual en los tratados: que las mercancías producidas en un país con el que existe libre comercio ingresen sin impuestos desde otra jurisdicción.

El sesgo proteccionista de estas tendencias es obvio. Peor, vulnera nuestras obligaciones internacionales, deteriora nuestra credibilidad como socio comercial, amenaza la capacidad para captar inversiones y revela que la política en la materia se está hundiendo en las arenas movedizas de la descoordinación.

No sé si el presidente entenderá la seriedad del problema, pero no parece interesado en resolverlo. Debería hablar con su ministro de Comercio Exterior y con los embajadores de algunos países amigos para aquilatar el riesgo. Porque no se trata solo de aguacates, sino del desarrollo nacional.

(*) Eduardo Ulibarri es periodista, profesor universitario y diplomático. Consultor en análisis sociopolítico y estrategias de comunicación. Exembajador de Costa Rica ante las Naciones Unidas (2010-2014).