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¡Qué lejos están las elecciones nacionales de febrero entrante! Cuatro meses y un mundo de distancia para todos los partidos políticos. Hoy, el electorado se divide en tres tercios según los datos de Unimer. El primero son los ciudadanos que ya tienen candidato; el segundo, la gente que piensa ir a votar, pero no ha decidido por quién, y el tercero, los abstencionistas. ¿Cuál es la importancia de esta división? Que al día de hoy ningún partido tiene un sol claro: todos deberán batallar para ganarse a un electorado reticente que, en buena medida, se decidirá al final.

El PLN estaba muy confiado en que tenía amarrado el 40% del voto que necesita para evitar la segunda ronda. Entre el tercio ya decidido puede estar por encima de esa cifra mágica, pero no goza de mucha popularidad entre el segundo de los tercios (los no decididos), electores más jóvenes e instruidos. Necesita ganar un sólido apoyo allí para lograr su objetivo. ¿Implicación? No sirve una estrategia de quedarse cuchito, no hacer olas porque “va ganando”. Su apoyo electoral, por mucho el más grande, le alcanza para llegar de primero, pero no para el 40%. Don Johnny es vulnerable.

El PUSC, Libertario y Frente Amplio están todos, más o menos, en el mismo nivel. Tienen pequeños apoyos electorales que aún no aseguran viabilidad electoral. Ninguno ha logrado posicionarse como “el rival” del PLN. Los estrategas del PUSC deberían tomar el apunte: eso del inevitable regreso no fue tal. No son el segundo partido. Es más, hoy no hay segundo partido. Hasta ahora lograron revitalizar las dirigencias calderonistas, pero el electorado at large es otra cosa. En el famoso segundo tercio indeciso, la marca PUSC no es buena y una campaña de imagen de presentar al “doctor bueno que cura” tiene altas probabilidades de no volar.

La novedad es ver al Libertario después de todo lo que ha pasado, y, en especial, al Frente Amplio (FA), en el umbral de la viabilidad electoral. Ello es indicio de que varios sectores del electorado andan buscando novia. El FA les da una cara joven en que pensar. Ninguno puede echar las campanas al vuelo, pues, y aquí imagino, si se analizara la solidez de sus apoyos, dudo que encuentren amarrado nada. Captan simpatías, no votantes convencidos.

Finalmente, lo del PAC es para que se apeen de la nube de que son el segundo partido. No lo son y, añado, han desperdiciado las oportunidades de serlo. No la tienen perdida, pues todos los partidos están empantanados. La situación está muy volátil: el tema es quién conecta con un electorado malhumorado, que aún no decide quién es el culpable del hueco y la “platina”, y quién lo rescatará de la “agüevazón”.