Enfoque: Prever la fatiga

Necesitaremos movilizar todos los medios materiales, públicos y privados, para mantener la moral pública.

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No está lejos el momento cuando las familias empecemos a cansarnos del distanciamiento social: luego de semanas de estar metidos en casa, arrastraremos una factura económica y emocional. Puede que nos resulte cada vez más difícil sostener la disrupción de nuestra vida social.

Llamémosle la “fatiga por la emergencia”, el momento cuando, por cansancio, abandonamos la disciplina requerida para enfrentar la pandemia. Unos, porque no tienen más remedio que ir en busca de comida y, otros, por hartazgo puro. Hay peligro de una renuncia a esa disciplina ciudadana por una baja moral. La fatiga no se arregla únicamente con subsidios económicos. Sin duda, son indispensables para paliar el hambre. Es más, sería bonito que adoptemos el lema “Ni un costarricense con hambre”, como guía en este gran esfuerzo. Será necesario montar, aceleradamente, la manera de hacer llegar ingresos y diarios a millones, como ojalá se esté efectuando.

No hace falta ser un lince para saber que habrá familias cansadas de estar viéndose las caras todo el día, niños hartos del encierro, mujeres conviviendo con agresores domésticos y personas recriminándoles a otras porque no ayudan lo suficiente en la casa. Muchos se quedarán sin fuerza por andar de “zoilas”: pasear el perro, cocinar, limpiar, trabajar, vuelva a limpiar y a angustiarse por lo venidero. Y, para qué decirlo: miles de niños están sin medios para conectarse a la educación virtual. En fin, espero haber aclarado el punto: hay que anticipar ese momento; hay que evitar la desbandada.

Hoy, el esfuerzo sanitario para contener la pandemia exitosamente creó un mandato preciso al sistema nacional de salud y un mensaje claro al país: es urgente “aplanar la curva” y debemos practicar el distanciamiento social. Vamos cumpliendo. Ojalá tengamos la misma lucidez para lidiar con la “fatiga por la emergencia”. No es solo a punta de multas y campañas de comunicación. Necesitaremos movilizar los medios materiales, públicos y privados, para mantener la moral pública, con un aviso para la población: “Nadie está solo”. Y cumplirle. Existen iniciativas en marcha, pero deben ser articuladas y superar la fragmentación en un esfuerzo nacional, multidisciplinario y muy ciudadano: desde apoyo psicológico y educativo hasta el uso productivo del ocio. La dirección de este frente no podemos recargársela a la Caja o al Ministerio de Salud: ellos ya hacen mucho.

vargascullell@icloud.com

El autor es sociólogo.