Enfoque: Laboratorio de innovación

Las primaveras creativas surgen en ambientes que permiten que individuos creativos desencadenen las fuerzas de la innovación.

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¿Cómo sería la Florencia del Renacimiento, allá en el siglo XV, cuando artistas, arquitectos, banqueros, comerciantes y gobernantes presidieron una de las más grandes floraciones de libertad creativa que el mundo haya conocido? ¿Cómo sería la Atenas de Pericles que, aunque despreciada por Platón y Aristóteles, fue una época de oro y la demostración de que la democracia es un sistema político de gobierno viable?

No creo que la mayoría de los florentinos y atenienses fueran genios y sabios. Imagino que en las calles había tanta vulgaridad y frivolidad como en cualquier época. Sin embargo, además de eso, existió algo más. Debió haber, por supuesto, una particular concentración de gente excepcional, nunca una mayoría, pero sí el triple de lo normal, por decir algo.

Aun así, no creo que el verdadero secreto de esas primaveras creativas resida ahí. Pienso, y en esto no soy original, que la clave fue un ambiente que permitió que individuos creativos desencadenaran las fuerzas de la innovación. Ese ambiente tenía que ser favorable a los emprendimientos (era chic tener ideas originales), pero, sobre todo, debió permitir las conexiones entre personas creativas.

Fueron las redes, esas telarañas que unieron a talentos tan excepcionales como diversos, las que crearon la diferencia: que el político se conectara con el artista, el arquitecto con el mecenas, el pueblo con sus líderes. Y, por supuesto, que ese pueblo también cosechara frutos de la bonanza. Una red que conecta iniciativas creativas crea un ambiente de innovación y progreso que envuelve a las personas y forja capacidades colectivas.

¿Por qué no trabajar en Costa Rica en el tema de las redes, de las conexiones? En este paisillo hay muchas cosas que por separado son interesantes: investigaciones científicas, start-ups, la venida de empresas internacionales, incubadoras de empresas, banca de desarrollo, la protección ambiental y las energías sostenibles.

Tanto el Renacimiento florentino como la democracia ateniense fueron períodos cortos, demasiado cortos. El primero terminó en las hogueras del fundamentalismo religioso de Savonarola, y Florencia nunca fue lo mismo después. Atenas cometió errores gruesos en la guerra del Peloponeso y sesenta años después la orgullosa ciudad fue sometida, para siempre, por una potencia externa.

Las primaveras siempre acaban, cierto, pero dejan huellas profundas.

vargascullell@icloud.com