Emmanuel Macron: patriotismo y multilateralismo

El Foro de París sobre la Paz tenía como fin aprender de los errores para no repetirlos.

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

En ocasión del centenario del fin de la Primera Guerra Mundial, aunque algunos sostienen que la Segunda fue la continuación, lo cierto es que el presidente francés, Emmanuel Macron, tuvo el acierto de convocar a 70 jefes de Estado para reflexionar sobre la necesidad de mantener la paz en un mundo lleno de turbulencias y amenazado por tormentas en el horizonte.

En el contexto de una situación internacional complicada por el creciente antagonismo entre las grandes potencias y múltiples conflictos regionales, era conveniente recordar la tragedia de 10 millones de muertos, 6 millones de heridos y mutilados y 3 millones de viudas para impedir la repetición de estos estragos. Recordemos, pero no olvidemos, sentenció.

Macron señaló con claridad las amenazas de la guerra, cómo los viejos demonios vuelven en pos del caos y de la muerte, y denunció las nuevas ideologías que manipulan a las religiones y predican un oscurantismo peligroso y contagioso. Advirtió también de que la historia pareciera retomar su curso trágico comprometiendo la herencia de la paz que se había sellado con la sangre de sus ancestros.

La arquitectura global se ha degradado, Donald Trump toma distancia de los aliados tradicionales, China surge vigorosa y proyecta globalmente su poder, Rusia retorna al escenario mundial y las democracia liberales europeas se erosionan ante el embate de populismos autoritarios que cuestionan las libertades y la división de poderes, y llegan hasta los excesos de intentar reingenierías en los poderes judiciales.

La xenofobia recorre Europa y los Estados Unidos, masas asustadas ante el ingreso de los diferentes y en busca de identidades pérdidas que no volverán, diluidas en la marea de la globalización.

Contra el nacionalismo. El presidente galo afirmó con contundencia que una de estas amenazas es el nacionalismo, que definió como opuesto al patriotismo y lo calificó de traición. En su combate contra el nacional-populismo, la emprendió fuertemente contra esta ideología. Desde su enfoque político, el patriotismo es una visión egoísta que pone los intereses propios en primer lugar, sin importarle los ajenos, con olvido de los valores universales de la solidaridad y de la cooperación.

La crítica al nacionalismo iba dirigida al America First de Trump, pero también en defensa de la unidad europea, amenazada por partidos y gobiernos de ultraderecha en Polonia, Hungría e Italia. Días atrás, Macron había caracterizado al nacionalismo como una lepra que podría desmembrar a Europa y dejarla a merced de potencias extranjeras.

La promoción de la Unión Europea fue uno de los puntos centrales de su discurso, caracterizada como libremente consentida y antídoto contra las guerras civiles. Igual énfasis recibió la importancia de la ONU como defensora de un espíritu de cooperación y los bienes comunes de la humanidad.

Más allá de su discurso, el mandatario hizo gestos simbólicos que renovaron la reconciliación franco-alemana, promovida por De Gaulle, Adenauer, Kohl y Miterrand. Su afectuosa cercanía, durante los actos en Compiègne, con la canciller, Ángela Merkel, ratificó las buenas relaciones y sus palabras fueron muy claras al saludar con respeto a los muertos de otras naciones con las que combatieron en el pasado.

Hay una bella canción francesa que cantan a los niños de Gotinga y expresa el profundo sentido de esta cercanía: Los niños son los mismos a París y a Gotinga/Hagamos que nunca vuelvan los tiempos de la sangre y del odio/Hay personas que amo en Gotinga.

Hermandad. Sobre la amistad franco-alemana reposa gran parte del futuro de Europa. La crítica al nacionalismo aislacionista y al unilateralismo se complementó con un llamado a la cooperación internacional y una defensa renovada del multilateralismo en las relaciones internacionales, expresada ya en el discurso de Macron ante la Asamblea de las Naciones Unidas hace un año.

Hemos pensado, apuntaba el habitante del Elíseo, que seríamos más creíbles y más fuertes si actuábamos unilateralmente, cuando lo contrario es lo cierto. En nuestro mundo no hay vía más eficaz que el multilateralismo. Nuestros desafíos son mundiales: terrorismo, migraciones, calentamiento global, regulación de lo numérico. Cuando no se acepta el multilateralismo, dejamos el espacio para que el más fuerte gane, porque el multilateralismo es la regla de derecho que nos permite construir una paz duradera.

Razón lleva Macron cuando afirma que los muros y las fronteras no nos protegen, solo nuestra voluntad de influir en el curso de la historia, de rechazar que esta se escriba sin nosotros y reconociendo que es la independencia en la interdependencia donde reside la protección de la paz, garantizada por un multilateralismo fuerte y responsable.

El Foro de París sobre la Paz tenía como fin aprender de los errores anteriores para no repetirlos, evitar la humillación del vencido y el revanchismo, los delirios en torno a supuestas identidades nacionales inmutables y las crisis económicas que alimentaron nacionalismos y totalitarismos.

La visión del futuro permea todo el discurso y se sintetiza en una hermosa frase: sumemos nuestras esperanzas en lugar de confrontar nuestros miedos.

La agenda de la esperanza francesa es la lucha contra el cambio climático, la pobreza, la enfermedad, el hambre, las desigualdades y la ignorancia.

Estos son los caminos de vida que evitan las guerras y la muerte.

El autor es politólogo.