Elecciones municipales

La reflexión más profunda que queda pendiente es cómo mejorar la participación ciudadana y hacer entender a los ciudadanos el gran privilegio de votar

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El pasado domingo, tuvimos una fiesta electoral democrática que nos deja grandes aciertos, reflexiones, lecciones y, sobre todo, tareas por emprender. Entre las primeras, está la fortaleza institucional del ente rector, el Tribunal Supremos de Elecciones (TSE), y entre las últimas, cómo mejorar la participación ciudadana.

Catalogada como la más difícil de las elecciones hasta el momento, dada la complejidad de la instrumentalización de la paridad horizontal por primera vez, múltiples cuestionamientos de varios partidos, algunos con razón y otros porque simplemente no hicieron la tarea de seguir las reglas, obligaron al TSE a emitir un elevado número de resoluciones que acapararon la agenda.

Esto no obstaculizó que la sesión solemne se iniciara puntualmente, muy diferente a nuestro país hermano centroamericano El Salvador, cuya declaratoria oficial sufrió retrasos, lo que nunca es bueno para la transparencia.

Preocupantes son las declaraciones de la magistrada presidenta del TSE en cuanto a su preocupación acerca de cómo males vistos en otros países nos han llegado con gran fuerza en esta elección, tales como la desinformación, los ataques violentos a la institucionalidad y el uso de medios digitales para confundir al electorado.

La reflexión más profunda que queda pendiente es cómo mejorar la participación ciudadana y hacer entender a los ciudadanos el gran privilegio que es votar —derecho que en el mundo ya disfrutamos solo una minoría—, comprender la significación de los gobiernos locales en sus vidas y cómo, al abstenerse de ejercer su derecho al voto, quienes resultan elegidos llegan con pobres “mayorías”.

El hito histórico de contar por primera vez con la ley de paridad, tanto vertical como horizontal, no significó que todos los partidos llevaran un 50 % de mujeres en sus nóminas (un 43 % del total), y aunque avanzamos en la elección de 8 alcaldesas y llegar a 22 (pudiera subir a 23) si bien es un aumento relevante, tan solo representa un 27 % de las elegidas cuando representamos el 50 % de la población.

Una última lección es el recordatorio de que cada voto cuenta, pues en Orotina la diferencia es de tres, un escalofriante y duro resultado, pues ¿cuántos partidarios de cada bando se habrán quedado perezosamente sin votar?

nmarin@alvarezymarin.com

La autora es politóloga, miembro del Advisory Board del Wilson Center en asuntos para América Latina.