El valor del intercambio científico

Nunca debemos perder el tren de la ciencia, aunque los recursos sean escasos por el déficit fiscal, el país debe promover a sus científicos aquí y en el extranjero.

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En cada instituto de investigación o cuando he tenido que visitar una universidad europea se intuye el discreto reconocimiento de nuestras universidades y científicos.

Costa Rica ha dejado una huella profunda en seriedad académica e investigación, aunque sea muy poco lo hecho por falta de recursos, en comparación con otras naciones, pero el aporte es muy valioso.

A pesar de la pequeñez y la modestia de nuestro país, nos encontramos con reiterados casos de éxito en laboratorios e investigadores que han tenido muy buen reconocimiento internacional. En eso debemos seguir trabajando y apoyando todo lo posible, pese a la crisis fiscal.

Muy sobresaliente ha sido la participación de un investigador o la visita de un profesor universitario a Costa Rica por invitación a algún seminario internacional. Todo eso ayuda a construir redes, como fue la venida de los directores de la Fundación Max Plank de Alemania.

Los contactos constantes abren espacios y, para ello, solo hay una solución: organizarlos de manera constante, pues en el mundo académico se producen infinidad de innovaciones y fácilmente se olvidan los países y la instituciones. Por ello, el prestigio debe cultivarse con las publicaciones efectuadas por las universidades como resultado de sus investigaciones. Son de mucho valor, pues resaltan la seriedad de nuestros expertos.

Atracción de talento. El país gana reconocimiento por publicaciones universitarias, trabajos científicos, seminarios, congresos y la persistente asistencia de investigadores o estudiantes a actividades académicas, como lo resaltó el rector de la Universidad de Costa Rica (UCR), Henning Jensen Pennington, en el informe anual la semana pasada: “La internacionalidad, como cualidad indispensable que deben observar las universidades en el mundo, es una característica que debemos atender con particular esmero las universidades latinoamericanas. Debemos advertir de que la internacionalidad no es equivalente a globalización, sino que debe ser entendida como una cooperación solidaria y horizontal entre iguales y su promoción es imperativa en un momento histórico de redefinición de la geopolítica académica mundial, en la cual debe promoverse una interrelación cruzada entre las universidades de diferentes naciones y continentes, sobre todo en el ámbito regional, latinoamericano y caribeño, y en la cooperación sur-sur”.

Solo así se forja el prestigio de un país y de una institución. Nuestros centros de estudios superiores, y en concreto nuestros investigadores, deben mostrar en congresos y seminarios los avances de sus trabajos en los laboratorios. Solamente de esa manera es posible evaluar el progreso de nuestras universidades y conseguir que nuestras empresas tengan el avance tecnológico y científico necesarios.

Hay naciones que son fuerte competencia para Costa Rica. México, Colombia, Chile, Brasil y Argentina, en el campo de las ciencias, saben atraer muchos proyectos de investigación, fondos y el interés de muchas naciones de Europa. Ante eso, debemos estar atentos.

Con visión de futuro. La generación de ciencia debe ser motivada por Costa Rica. No basta con enviar científicos a capacitarse o vivir experiencias en el extranjero; es necesario potenciar la llegada de profesores e investigadores de las mejores universidades, de manera que trabajen conjuntamente con sus pares costarricenses.

Si no hay dinero para viajar, hay que hacer que los grandes talentos nos visiten y dialoguen con nuestros académicos aquí. Pero al final no existe otra opción, solo viajar y visitar los centros donde se hace ciencia. Tengo muchas experiencias personales de profesores que han encontrado en nuestro país socios interesantes para sus proyectos. Por ejemplo, tres profesores vinieron de Aquisgrán, Alemania, a generar la enseñanza electrónica en nuestro país. El arribo de Intel a Costa Rica se produjo en medio de esos intercambios académicos.

La partida de más de 100 jóvenes al final de los años 80 gracias a la iniciativa del ministro de Asuntos Exteriores de Alemania Hans-Dietrich Genscher, catapultó a estudiantes para cursar sus doctorados allá. Eso formó parte de esa cadena de esfuerzos que hay que hacer para colocar a nuestro país en la punta de mira de la innovación tecnológica.

Conquistar lo lejano. Siento mucha alegría cuando un doctor en Filología presenta un trabajo en la Universidad de Estocolmo, Suecia, o participa en un seminario de romanística en Dinamarca. Todo forma parte del esfuerzo por relanzar los talentos costarricenses para que obtengan el reconocimiento y, algo más importante aún, que los inviten a dar un seminario en una universidad lejana.

Todo suma, y más cuando va unido a publicaciones científicas. Es la alegría que siento cuando visito la Facultad de Microbiología y el Dr. César Rodríguez me muestra más de 25 trabajos publicados en diferentes revistas científicas, efectuados por sus colegas en la Facultad.

Esos son pequeños y vitales pasos. Igualmente valioso es cuando el Dr. Daniel Pizarro, médico pediatra de prestigio global por todos sus trabajos científicos en beneficio de la salud de los niños y experto en el combate del dengue, me dice que está revisando publicaciones científicas para corroborar tal o cual enfermedad.

Nunca debemos perder el tren de la ciencia, aunque los recursos escaseen. A todos nos toca buscar oportunidades.

El autor es diplomático.