El retorno de la rosa roja a Europa

Costa Rica sigue en la prehistoria. Hasta los neoliberales son estatistas

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El ciclo neoliberal fenece y el centro gira tímido hacia una izquierda más sensata. El electorado es sensible en todas partes a temáticas similares: vivienda, educación, empleo, infraestructura, cambio climático, salarios, más tributos a los ricos, alivio fiscal para la clase media y lucha contra la desigualdad. Ahí, el mercado clama por políticas de Estado. Así se siente y el voto se mueve acorde.

El crecimiento económico a cualquier costo perdió tracción en la consciencia ciudadana. Si el descontento local por la deslocalización industrial sirvió de nutriente a la derecha, la desigualdad generada por el abandono estatal generó desafecto por aquel modelo que prioriza el beneficio de redes minoritarias bien conectadas.

Las corrientes vinculadas con la solidaridad se habían dejado seducir por fatuas promesas de fuerzas prescientes de un mercado desatado. Así, fue como los partidos socialdemócratas perdieron identidad propia. Amarrar las iniciativas estatales fue consigna común con la centroderecha liberal. Pero tal deserción de banderas creó sociedades escindidas, asimetrías territoriales, rupturas de la cohesión y un sentido histórico de alienación cultural.

Todavía estamos en esas aguas. La medrosa victoria socialdemócrata alemana responde al esfuerzo de distinguirse del neoliberalismo teutón. En Noruega es más fuerte el impulso de un electorado de avanzado discernimiento. No son los únicos. Portugal, España e Italia buscan también caminos propios de progreso solidario.

Eso fue posible porque se entendió que la victoria neoliberal había sido generada por el estatismo productivo. Lección aprendida. La más sustancial falencia socialdemócrata había sido la crisis de grandes empresas públicas ineficientes, costosas y de baja productividad. Esto sirvió de referencia al embate de las fuerzas del mercado. La solidaridad necesita al Estado como promotor, ni propietario ni distribuidor de prebendas.

Costa Rica sigue en la prehistoria. Hasta los neoliberales son estatistas. En las próximas elecciones nadie tocará al jurásico Estado empresario. Recope, Fanal, CNP, ICE y Japdeva seguirán campando. Hasta se arriesga la locurita de un Estado petrolero. Aquí, sufrimos, desfasados, un estatismo sin solidaridad. En Europa, el retorno de la rosa roja anuncia una solidaridad no estatista.

vgovaere@gmail.com

La autora es catedrática de la UNED.