El ratón que cuida el queso

La única forma de adecentar el transporte público es clausurando el Consejo de Transporte Público, que resulta inútil para defender los intereses de los usuarios

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“No se puede poner al ratón a cuidar el queso”. Pero, contra toda lógica, lo hacemos así. La ley colocó a autobuseros y taxistas como reguladores de ellos mismos en el Consejo de Transporte Público (CTP). Por esa razón, la entidad es inútil, y, si cerrara, gran favor les haría a los usuarios del transporte.

Sin embargo, los peros para ponerle candado sobran. La bronca no se la quisieron comer los gobiernos anteriores, menos este, aunque todos han reconocido la necesidad, por la evidente inoperancia de este órgano adscrito al Ministerio de Obras Públicas y Transportes (MOPT), que se convirtió en más político que técnico, y que nació torcido al incluir a los supervisados en todas las decisiones.

En el 2015, cuando era jerarca de la Autoridad Reguladora de los Servicios Públicos (Aresep), Dennis Meléndez lanzó la frase que “no se puede poner al ratón a cuidar el queso” y la urgencia de reformar la Ley Reguladora del Servicio de Transporte Remunerado de Personas, porque la sola presencia de los regulados en la Junta Directiva impide regular.

De hecho, Meléndez ejemplificaba las consecuencias: “La ley da a la Aresep la potestad, en el caso de que se encuentren irregularidades, de quitar una concesión a un operador, pero resulta que el operador se va al CTP y al día siguiente el CTP le da una nueva concesión o un nuevo permiso”. Así de fácil.

Por esa razón, las normas de calidad para el servicio de buses, aprobadas en el 2020, las tienen en el congelador. Ni siquiera el jerarca del MOPT, Luis Amador, presidente del CTP, sabe responder por qué no están en vigor. Esto refleja que incluso el Poder Ejecutivo perdió el control. Está claro que quienes más sufren la inoperancia son los dos millones de ciudadanos que a diario suben y bajan de buses regulados por los regulados.

Otro caro lastre del CTP es la ausencia de un representante de los usuarios. Existe uno, puesto a dedo por el gobierno de turno, pero tan anónimo que no se sabe a favor de quién actúa. Esa figura tampoco funciona. La solución a tanta inutilidad es que diputados se coman la bronca y decidan cerrar el CTP, y busquen un modelo donde técnicos, como los de la Aresep, pongan orden y decencia en el transporte público.

amayorga@nacion.com

El autor es jefe de Redacción de La Nación.