El gran diversionismo

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Hemos vivido en estas semanas un auténtico “2 X 1”: dos escándalos por el precio de uno. Las novelas gemelas del cemento chino y de Coopelesca se han tejido juntas, unidas en y por la Directiva del Banco de Costa Rica; empero, según donde se hurgue, los acusadores pasan a ser los señalados y estos, acusadores. Así, quienes tienen rabo que majar en el caso del cemento quieren que se hable de Coopelesca y los otros pugnan por lo contrario.

Ambos grupos mueven ficha en la prensa y las redes sociales, plantando videos, audios, memes e historias. Ambos, también, generan un bien ganado disgusto entre la opinión pública. Una cosa está clara: varios en la clase política, del gobierno y distintos partidos, están salpicados. ¿Habrá coimas y corrupción? Aún está por verse. No hay pistola humeante por el momento.

Como cualquier hoyo negro de esos que pueblan el universo, nada escapa a los escándalos, que chupan toda la energía social. Una consecuencia de esta situación, intencional o no, es lo que llamaré —importando un concepto del portugués— el “gran diversionismo”. Los escándalos gemelos han desviado el foco de los asuntos principales que afectan al país, ocultándolos tras un velo del olvido.

¿Cuáles son esos asuntos? A poco de iniciar la campaña electoral, ningún partido habla del problema fiscal. Nadie les pregunta, tampoco. ¿Cómo llegar a un acuerdo político sobre una reforma fiscal que evite la crisis? ¿Cuáles nuevos impuestos y recortes de gastos son necesarios? Estos temas son, en estas semanas, un lejano murmullo. Ninguno habla de las reformas a los regímenes de pensiones. Tampoco nadie les pregunta, repito, fascinados como estamos por el último rumor.

Esto cae como anillo al dedo a candidatos y estrategas de campaña. Mientras afinan mensajes publicitarios sobre sus promesas, el “diversionismo” les evita hablar en serio sobre cómo enfrentarán la insostenibilidad de las finanzas públicas en un escenario de fragmentación política. Así no se pelean con nadie mientras logran el objetivo primordial: ganar en febrero.

Considero muy sano que haya trascendido los tejes y manejes del cemento y de Coopelesca. Hay que sentar responsabilidades y evitar que el ruido, la falta de discernimiento entre lo real y lo ficticio, termine en un Fuenteovejuna. Lo que no me parece es que nos vayamos de pollos y el reality show evite que se hable de los temas que amenazan nuestro futuro.