Discurso incendiario

El presidente de la República está por entrar en su segundo año de mandato. Es buen momento de enfocarse en gobernar y obtener resultados

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Suponga que durante cinco minutos usted se para frente a una cámara de televisión nacional, toma el micrófono y habla de Rodrigo Chaves Robles en los términos en que él suele hacerlo de sus críticos o de quienes simplemente lo contradicen.

Será un ejercicio de saña, porque de su boca saldrán ocurrencias en contra del mandatario, intimidaciones, rumores, hechos que nunca podrá probar y hasta podría vulnerar el honor del presidente.

Apagadas las cámaras, usted entrará en un proceso de autorreflexión. Se preguntará qué consiguió con ese show. Solo desviar la atención a costa del descrédito del otro y fama por hablarle golpeado, por soltarle lo que se le vino a la mente. También, habrá ganado su hostilidad. Conclusión: nada positivo.

Es más, con sus ofensas, usted habrá contribuido a deslegitimar, todavía más, la institución que representa la figura del presidente de la República y, consecuentemente, la democracia. Usted, por desahogar su furia, habrá aportado mucho a la polarización y cero al acuerdo.

Lo contrario habría sido si, con madurez, liderazgo, habilidad de palabra y, en un escenario ajeno a la televisión, usted hubiera convocado a Chaves para convencerlo (reitero, convencerlo) de cuán mal cree usted que está haciendo las cosas y negociar (negociar) cómo conseguir que le salgan bien. Él reflexionará solamente si usted deja de lado el furor que le salta por la boca y le habla con inteligencia emocional.

Volvamos a la realidad. La acusación del presidente a los jueces, a quienes señala de negociar sentencias, es peligrosísima porque Chaves no aporta prueba, solo una ocurrencia. Públicamente, vilipendia otra vez al Poder Judicial, lo cual es una regla y no una excepción en su discurso.

La infundada deshonra a los jueces es solo una entre muchas que suelta contra personas y sectores. Normalizar esos vejámenes en la presidencia enloda reputaciones, entorpece la acción de gobernar y polariza. Quienes pierden son los ciudadanos.

Rodrigo Chaves debe recuperar la cordura. A punto de inaugurar su segundo año de mandato, debe mostrar madurez, inteligencia emocional y enfocarse en construir, no en destruir. Porque con la misma vara que mide será medido.

amayorga@nacion.com

El autor es jefe de Redacción de La Nación.