Destitución de Rousseff

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La destitución de Dilma Rousseff la estudiará la historia con la objetividad que solo el tiempo permite, y se analizará más allá de coyunturas e intereses.

La pregunta de fondo será si Dilma fue destituida por haber sido la autora responsable de la violación de la Ley de Responsabilidad Fiscal, o bien, si el proceso fue una maniobra política o, como lo llamó la misma Rousseff, un golpe de Estado.

Como demócratas, debemos preguntarnos, ¿es el cumplimiento formal de los requisitos del proceso de destitución suficiente para dar por válida y democrática la revocatoria del cargo, aunque existan dudas sobre la imparcialidad y la motivación detrás de quienes votaron en favor de la destitución?

Si bien resulta contundente la votación 60-21 en su contra, además de otras votaciones dentro del proceso de igual contundencia, estas no eliminan las dudas que dan las grabaciones, hechas públicas, que evidencian el interés de desviar la atención a investigaciones, la pobreza de algunos razonamientos del voto, incluidos ataques misóginos, y cuestionamientos morales que enfrentan un alto porcentaje de congresistas. La historia juzgará.

A los brasileños les espera un difícil camino. Por años definido por sus amplios recursos como el gigante que aún no despertó y cuya pertenencia al grupo de los Brics se cuestionaba en un inicio, vuelve hoy a la palestra de las dudas y al retador desafío de recuperar su liderazgo y credibilidad.

Prioritario será recuperar la confianza de los mercados y de la inversión, motores de la economía, en momentos en que Brasil vive su peor recesión en décadas y los precios de las materias primas y el petróleo, claves para la economía, continúan deprimidos, ante las perspectivas globales de crecimiento, además, con uno moderado en el caso chino, socio comercial vital.

De interino a presidente en ejercicio por dos años, Michel Temer, cuestionado y con una importante baja en su popularidad, con la presión de 12 millones de desempleados (11,6%) enfrenta una coyuntura difícil, contando con escasos aliados y liderazgos creíbles, dada la vinculación de importantes personalidades de la clase política y empresarial a casos de corrupción.

En la recuperación del liderazgo, credibilidad y confianza de Brasil será indispensable una férrea lucha contra la corrupción y la garantía de que quienes resulten culpables enfrentarán la justicia.