De la tecnología y la innovación

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Cuando niña, el personaje Dick Tracy era un detective del mundo de las fábulas, cuyo acceso a la tecnología de avanzada era tan solo un viaje a un mundo de ficción que, décadas después, está cerca de convertirse en realidad.

Setiembre se ha convertido en el mes favorito de los grandes para el lanzamiento de sus más recientes innovaciones, con la expectativa de posicionarse como el indiscutible líder de lo nuevo, de lo hot y, por qué no, de ese innovador gadget que facilitará nuestra existencia.

Con el afán de adelantarse a su archirrival Apple, Samsung lanza este mes un nuevo reloj-inteligente, que hará posible que experimentemos una nueva dimensión de portabilidad, y nos convierta a todos en un Dick Tracy de la nueva era.

Guerra comercial aparte, las adquisiciones han tenido como víctimas a exlíderes como Motorola y Nokia, a manos de los gigantes Google y Microsoft; no obstante, hay que reconocer que los grandes ganadores de esta lucha encarnizada hemos sido por mucho los consumidores, que, en un mundo más sencillo e interconectado que nunca, con una pequeña tableta, un celular y una conexión a Internet, contamos con una amplia plataforma de comunicaciones y servicios

Gracias a una cada vez más barata conexión a Internet, podemos acceder a las más variadas fuentes de información, recibir correspondencia al instante y compartir fácilmente documentos e imágenes, y realizar videoconferencias, entre otros.

Sin duda, es un mundo de ganadores y también de perdedores. Para muchos, una oportunidad; para otros, un reto por la sobrevivencia, en el que solo quedarán los mejores, más creativos e innovadores. Hay industrias que, de no cambiar, pueden convertirse, como la Kodak, en dinosaurios en extinción.

Hay que reconocer que uno de los grandes aciertos que tuvimos como país en el pasado fue priorizar la educación. En el siglo XIX la secularizamos y la declaramos pública, gratuita y obligatoria. En 1949 abolimos el ejército y destinamos más recursos para la educación, lo cual nos permitió tener índices de desarrollo humano competitivos con el primer mundo.

Hoy, sin embargo, contamos con una brecha de equidad cuyas semillas más profundas están en un sistema educativo deficiente y de accesos diferenciados. En el siglo XXI debemos propiciar cambios que nos permitan brindarles a nuestros niños y jóvenes no solo una educación pública de calidad y pertinencia, sino que garantice también el acceso universal a lo último en tecnología y comunicaciones, al bilingüismo, y que promueva su creatividad y estimule sus capacidades de innovación y producción con sostenibilidad.