De caraduras

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¿'Han notado la frescura con que llegan y se van de la comisión legislativa investigadora diferentes figuras cuestionadas por el asalto al Banco Anglo?

Primero fue José Luis López, convertido en un pez gordo de esta operación a la sombra de poderosos costarricenses. Su paso ante los diputados... nunca supo nada de lo que pasó.

Luego fue Joaquín Jiménez, del riñón socialcristiano, a quien los diputados afines trataron con guantes de seda. ¿Cómo iban a perturbar a tan delicada figura?

Y correspondió el martes el turno a Luis Chanto quien se pasea orondo por estas calles de Dios con una deuda acumulada bancaria, sin atender, de ¢1.000 millones.

Empresario de oficio, Chanto fue a la comisión legislativa a hacerse y hacer la boca agua, ante la audiencia, por sus nexos y contribuciones.

Millones más, millones menos, no dudó en aceptar que fondos suyos, muy probablemente salidos de las arcas estatales, fueron a dar a la campaña del hoy presidente de la República.

Presuntuoso de sus influencias --a tono con quienes le han precedido en la instancia legislativa-- Chanto, sin embargo, se volvió amnésico al momento de dar nombres de los destinatarios de sus voluminosas dádivas. Sin duda este individuo es otro vergonzoso exponente del síndrome del "no me acuerdo", de pernicioso rastro en nuestra reciente historia política.

La insolencia que emerge de una comparecencia como esta deja al descubierto dos inquietudes que no debieran ser menospreciadas: ¿merece gente así andar tan campante?, ¿es oportuno que la comisión acabe su labor ya, como algunos lo desean?